Vertiente
Bernardo Elenes Habas
Jueves 26 de septiembre de 2024
Bartolomé Delgado de León, 50 años de su muerte
*Poeta y periodista cajemense, murió un 26 de septiembre de 1974 (hoy se cumplen 50 años), no llegaba a los 46 años de edad.- Cantor insuperable del Valle del Yaqui, cuyas décimas son un ejemplo del manejo de la preceptiva literaria en la forma, y del amor a la tierra que lo vio crecer, en el fondo.- Maestro de una generación de poetas y escritores, a quienes exhortaba a poetizarse, antes que politizarse.
Hoy se cumplen 50 años -26 de septiembre de 1974-, de la muerte de Bartolomé Delgado de León.
Periodista y poeta nacido accidentalmente por viaje de sus padres, en Torreón, Coahuila; luego la familia retornaría en su peregrinar al barrio solariego de La Chona, Jalisco, para posteriormente emigrar al Valle del Yaqui, donde vivió y maduró su infancia, adolescencia y juventud en las tierras fértiles del otrora llamado Granero de México y en Ciudad Obregón…
Fue estudiante de la carrera de Medicina durante dos años y medio, maestro en la Escuela Secundaria José Rafael Campoy, de donde lo despidieron por intrigas de enemigos políticos. Se refugió brevemente en la oficina Contable de Héctor Mass Conant y desde ahí ingresó al periodismo en Diario del Yaqui, con el respaldo y la guía de Jesús Corral Ruiz. Estos acontecimientos en los años 50…
Pero también en esa época fundó, al lado de una notable cofradía de escritores, artistas y promotores del arte, el Círculo Cultural Ostimuri en Cajeme.
Era un puñado de soñadores. Querían demostrar que Cajeme, el Valle del Yaqui, podía, también, darle vida a la espiga luminosa del arte, la cultura, no solamente al grano nutricio parido en los surcos.
Querían que la poesía, la narrativa, el teatro, danza, música, pintura, el rescate histórico comunitario tuvieran parcela, cielo, sol y agua para que germinaran. Aquel grupo cargado de horizontes, le dio movimiento y fortaleza a la palabra.
Iniciaron reuniones durante los albores de 1953, en la oficina contable de Carlos Mass Conant, espacio que se ubicaba en la planta alta del edificio de 5 de Febrero y Guerrero, donde ahora se encuentra Banamex (Despacho en el que laboró Bartolomé Delgado de León al dejar truncos sus estudios de Medicina en la Universidad de Guadalajara y haber incursionado en el magisterio en la Escuela Secundaria José Rafael Campoy, quien, posteriormente, ingresó a Diario del Yaqui, descubriendo que la Literatura es, con mucho, raíz del Periodismo y de los ideales más depurados, cuando se tienen), ahí, hubo asomo prodigioso, entre los contertulios, de sus aptitudes creativas. Aflorando, prácticamente, la semilla primigenia de lo que sería, al paso de los días, el Círculo Cultural Ostimuri.
Las reuniones se trasladaron, a las pocas semanas, al departamento de soltero de Miguel Sainz López Negrete, situado en el segundo piso de la empresa que fue Aceites Vegetales de Sonora, donde se desempeñaba como gerente, porque era propiedad de sus familiares españoles, de cuya nacionalidad descendía.
En ese departamento, al que bautizó Bartolomé como “El Castillo del Odio”, más que por la novela de A. J. Cronin (Archibaldo Joseph Cronin, médico y novelista escosés), “sino por la sencilla razón de que empezamos a reunirnos un grupo de bárbaros que hacíamos cera y pabilo del prójimo”, explicaría después; espacio donde conjugaban sus voces, ideas avanzadas, y la visión de que podían adelantar el reloj de la historia a favor de Cajeme, Miguel Sainz López Negrete, Bartolomé Delgado de León, Alberto Santana, Carlos Moncada, Jesús Grijalva, Manuel Burrola, Fausto Flores, Tiburcio Ibarra Morales, Humberto Rodríguez Durán.
Así nació el Círculo Cultural Ostimuri –comenta Bartolomé en su libro “Y dígalo que yo lo dije”, nombrando sus integrantes, como presidente y secretario, respectivamente, a Miguel y Bartolomé.
Luego se sumarían nuevos talentos, entre ellos Jesús Corral Ruiz, Alfonso Castañeda Sandoval, el doctor Gabriel Amézaga Irazoqui, Jorge Lara Castellanos, Héctor Navarrete Dondé, doctor Jorge García Sánchez, Profr. José L. Guerra Aguiluz, doctor Manuel Macías Parra, el poeta de altos vuelos Juan Eulogio Guerra Aguiluz, Carlos Enciso, Raúl Prieto, Eduardo Ganime, doctor Luis Farfán, doctor Jesús Alfonso Cadena, doctor Eustolio del Río, Hilda Esther Guerra.
Funcionó Ostimuri algunos años. Hubo producción creativa abundante, que se publicaba en la sección cultural de Diario del Yaqui, coordinada por Bartolomé, periódico donde se desempeñaba como Jefe de Redacción. Fundaron la Revista Cultural Ostimuri. Promovieron recitales. Otorgaron becas a jóvenes estudiantes. Le dieron vida a la Biblioteca Ostimuri que se ubicó, por varios años, en la esquina sureste de la Plaza 18 de Marzo, acogida su construcción de una sala por la sombra de frondosos árboles. Asimismo, sus integrantes obtuvieron reconocimientos en certámenes de poesía y cuento, promovidos por los municipios de Nogales y Guaymas; sobresaliendo el triunfo a nivel internacional en novela, convocado por España, de Sainz López Negrete, con “Cruces sobre el Teocali”. Incursionaron en la radio –XEAP- ofreciendo conferencias y lectura de poemas.
“Pero, desgraciadamente –señala Bartolomé en sus crónicas-, se cometió el error de volver solemne al Círculo, “se hicieron estatutos, se fijaron reglas, se establecieron sanciones… y Ostimuri se acartonó. Se volvió un grupito de siete sabios, al que se miraba con recelo y con desconfianza –para no decir otra cosa- y lógicamente murió en el ánimo de la gente. Después de todo, a nadie le caen bien los muy salsas”.
Dejaron el departamento de Miguel y se trasladaron al “Callejón del Diablo”, a espaldas de la escuela Fernando F. Dworak (hoy Callejón Ecuador), y lo nombraron así porque no tenía ni un solo foco de punta a punta. El patio estaba cercado con alambre de púas y únicamente se contaba con dos habitaciones. Después se mudarían a la planta alta de Botica Nueva, del Profe Guerra.
Pero llegó 1958 con el Movimiento Contrerista, y la política con el germen ambicioso de sus oficiantes, dividió a los ostimurianos como a todos los cajemenses. Bartolomé había salido del Diario debido a diferencias con Jesús Corral Ruiz, provocadas por dicho movimiento político-electoral, y dirigió el Heraldo del Yaqui, que se convirtió en bastión del “contrerismo”.
Años después, en los 60, le dio vida al periódico Claridades de corta rxistencia. Bartolomé fue invitado a colaborar en Tribuna del Yaqui, periódico creado el 5 de diciembre de 1965, coordinando las secciones editorial y literaria.
La Cultura en el Noroeste, fue el nombre que confirió a ese Bartolomé poeta y periodista suplemento periodístico, donde muchos de los antiguos integrantes de Ostimuri se incorporaron a los domingos creativos. Ahí, las inquietudes del poeta lo llamaron a formar lo que denominó El Grupo, integrándose nuevos elementos como Ramón Iñiguez Franco, Magda Irma Palomares, Mario L. Partida, Rigoberto Badilla, José María Ibarra, Alí Sierra, Jesús Antonio Salgado, Bernardo Elenes Habas, Andrés Cevallos, entre varios narradores y poetas, y por supuesto sus antiguos amigos como Héctor Navarrete Dondé.
En 1973 (5 de mayo), con el nacimiento de la Biblioteca Pública Municipal, que funcionó inicialmente en el edificio que fuera sede de la UCAY, en la esquina de las calles Sonora y Guerrero, concebida, delineada e impulsada por su fundador, Ramón Iñiguez Franco con el respaldo de Rodolfo León Manzo, directivo en esos días de la Junta de Progreso y Bienestar de Cajeme y posteriormente alcalde (1973-1976), surgió el Grupo Cultural Siglo XX, conformado por Jesús Antonio Salgado, Ricardo Nieblas, María Gloria Carbajal, Enriqueta Dingfelder, Javier Quiroz, Rigoberto Badilla, Daniel Delgado Saldívar, Luis Alfonso Othón, Ramón Cruz Cruz, Luis Alfonso Valenzuela Segura, José Manuel Franco, Antonio Fonseca Villa, Enrique Ramos, Luciano, Horacio Soto, José Antonio Ruiz, Carlos Alberto González Berlanga, Carlos Verduzco Meza, Bernardo Elenes Habas, narradores, poetas, compositores, danzantes, gente de teatro, quienes ofrecieron ciclos de recitales de poesía, música, canción, teatro y pantomima, en la misma Biblioteca, incluso en Navojoa, Sinaloa y Nayarit, incursionando en la radio, principalmente en XEIQ, con Marco Antonio Muñoz Soto, locutor integrante del Grupo.
El Grupo Cultural Siglo XX, tenía como guía moral a Bartolomé, porque seguíamos sus enseñanzas en el manejo de la preceptiva literaria, figuras de pensamiento, ritmo, forma y fondo, pero también en sus disertaciones filosóficas cuando nos convocaba a poetizarnos antes que politizarnos, y fundamentalmente no utilizar ni prostituir el arte, la cultura, las actividades creativas como base y peldaños políticos…
Bartolomé dejó para Sonora una familia brillante y ejemplar y dos libros que le fueron editados después de muerto, gracias al tesón de su hijo, también poeta, Daniel Delgado Saldívar: El poemario Yo, pues. Y una recopilación de sus columnas periodísticas con el título de Y dígalo que yo lo dije…
Hoy, a 50 años de distancia, cuando Bartolomé trascendió horizontes, lo recuerdo (lo recordamos sus amigos y alumnos), y tengo cierto que nadie le ha cantado como él al Valle del Yaqui, con sus décimas octosílabas, que se meten a la labranza, al paisaje y al corazón de quienes han vivido, sufrido y amado al Valle como un ser vivo que se agita y se agiganta, tal como vibran algunos de sus versos:
“Te quiero, Valle del Yaqui,/ por mío: porque tu nombre/ se dice con voz de hombre/ ¡y porque vistes de ‘kaki’!/ ¡Porque lloras con los yaquis/ que en tus entrañas, de hinojos,/ plantaron claveles rojos/ de su sangre sin añil!/ ¡Te quiero porque en Abril/ lloras trigo por los ojos!”…
Le saludo, lector.