lunes, noviembre 25, 2024

Carta a Froylán Gámez Gamboa / Bulmaro Pacheco

Fecha:

Carta a Froylán Gámez Gamboa

Bulmaro Pacheco

Domingo 7 de julio de 2024

Estimado Froylán:

Te felicito por tu nuevo nombramiento como secretario de Educación en el gabinete del gobernador Alfonso Durazo. Es el tercer nombramiento que recibes en lo que va del actual sexenio, y de los dos anteriores creo que has salido bien librado, tanto del área de becas donde iniciaste, como en el Isssteson, donde diste una buena batalla.

Tienes vocación de servicio y has cuidado que tu carrera no se vea manchada con actos de corrupción e ineficiencia, y eso es bueno para emprender nuevos proyectos y seguir la ruta del servicio público.

Ahora te toca una responsabilidad mayor porque se trata del área educativa del gobierno. Un área estratégica, trascendente y responsable de que en Sonora se cumpla con los objetivos que por muchos años buscaron los titulares que te antecedieron: Lograr elevar la calidad de la educación que se imparte en la entidad y ampliar la cobertura educativa a todos los niveles, para que nadie se quede sin estudiar.

Cumplir además con los objetivos nacionales en la materia mediante las nuevas disposiciones contenidas en el artículo Tercero constitucional en torno a la mejora continua, la gratuidad y la obligatoriedad de preescolar a superior, ésta última legislada en el actual sexenio.

En Sonora han sido notables los avances educativos heredados por el gobierno de Alfonso Durazo, producto del esfuerzo de los maestros, las autoridades y los gobiernos, lo que de entrada desmiente la tesis electorera de los años perdidos en la historia reciente: Una cobertura del 60.7% en preescolar; 96.1% en primaria; 91% en secundaria; 79.5% en media superior; y 40.1% en educación superior. Y en lo que se refiere al grado promedio de escolaridad: 10.2 años per cápita y una tasa de analfabetismo de apenas el 1.6%.

Las cifras indican que en todos los niveles educativos del estado hay 860 mil estudiantes en 4,769 escuelas, con un grado de eficiencia terminal del 94.9% en primaria, 85.3% en secundaria, 62.8% en media superior y 55.7% en el nivel superior. No está mal, pero todavía faltan los miles de sonorenses mayores de 15 años que no han terminado la primaria o la secundaria que ameritan una verdadera educación para adultos.

Los indicadores son más que aceptables y nos ubican en un buen lugar a nivel nacional; pero hacen falta algunas cosas para unificar el sistema educativo y darle más consistencia, por los tiempos que vivimos de mayores exigencias en competitividad y vinculación entre la escuela, la sociedad y el desarrollo económico y social del estado.

El problema actual y el primero que deberás enfrentar es que no se conoce un proyecto educativo para Sonora y todo se concentra en el reparto de becas: ¿Cuál proyecto para mejorar la calidad de la educación básica? ¿Qué proyecto para evaluar la calidad de la educación secundaria? ¿Qué proyecto de educación superior que coordine las instituciones federales y sumarlas al desarrollo? ¿Qué hacer por las bibliotecas y los museos del Estado? ¿Cómo mejorar la eficiencia terminal en el nivel de media superior ahora que se destaca la obligatoriedad de esta en la Constitución? ¿Qué programa para evaluar la gratuidad de la educación superior sin afectar el funcionamiento de las instituciones? ¿Cómo restituirles el concepto de recursos propios para mantenimiento, agua, limpieza y otros servicios?

No existe una coordinación adecuada entre las instituciones de educación superior y se sigue con el obsoleto esquema de diferenciar en todos los aspectos —financiero, administrativo y de gestión— lo estatal de lo federal, como si los estudiantes que pueblan las instituciones federales fueran de otra entidad y no de Sonora.

Además, nada se sabe de los niveles de eficiencia que hasta el momento observan las nuevas universidades “Benito Juárez” que fueron creadas en Sonora a partir del 2018 sin ninguna planeación ni en consulta con los organismos encargados de la planeación educativa del sector.

Hay que subrayar que el sistema federal de educación superior en la entidad cubre más del 20% de la demanda estatal y por lo general funciona en un clima de estabilidad, sin mayores problemas, dado que los esquemas de negociación laboral se concentran en la Ciudad de México entre la SEP y el SNTE u otras organizaciones.

Si a eso le sumamos que algunas dependencias del sector educativo las han llevado al retroceso al ser confiadas a personas —formadas más en la grilla chata y limitada de la universidad— que le han quedado a deber a los sonorenses, porque en la grilla universitaria aprendieron a presionar y criticar, pero no a construir ni a conducirse con buen desempeño y sin vocación de reformadores. Han dirigido Instituciones educativas que en este sexenio han perdido brillo y ya no son lo que fueron en calidad académica, orgullo estatal o de excelencia en concursos nacionales e internacionales, por el burocratismo y la indolencia en que han caído. Lo que pasó con la UES, representa apenas un botón de muestra.

El sistema de educación media superior merece especial cuidado y existe un fuerte sector al que han dejado fuera de la atención estatal. Por ejemplo, los CBTIS, los centros de estudios tecnológicos del mar y el del bachillerato tecnológico agropecuario, bajo control federal.

Los planteles Cet Mar de Etchojoa, Hermosillo, Paredoncito y San Pedro Río Mayo funcionan en condiciones adversas y sin los elementos indispensables para su operación, y están ubicados en regiones de alta densidad demográfica y tienen muchas necesidades de equipamiento; pero más de reconocimiento, porque la mayoría opera en edificios prestados y sin los requerimientos necesarios para su cabal operación.

El programa de telebachillerato requiere de reforzamiento para que, como instancia educativa, no se pierda por meros criterios burocráticos, ya que representa la única alternativa educativa entre los jóvenes de regiones pobres —que no tienen para el camión ni paras las comidas— para estudiar algo después de la Telesecundaria. Y que, por cierto, le ha faltado un gran impulso al sistema en comunidades atrasadas como El Chino, El Mocúzari, el Cajón, Basiroa, el Maquipo, los Tanques, Mesa colorada, San Bernardo y el Etchoropo entre otras.

El plantel CBTA de Mazarán funciona todavía como extensión del de Moctezuma y no se ve para cuándo se le dará la autonomía, indispensable para su funcionamiento y en un contexto donde se ha demostrado de sobra su viabilidad como plantel.

Las extensiones creadas hace varios años por el ITESCA en Álamos y Vícam requieren de una revisión profunda para que no se extingan, ahogadas en sus propias necesidades, y dejando a esas comunidades sin educación superior, después de tanto esfuerzo empleado para crearlas y con la intención de paliar la marginación en esos jóvenes que no cuentan con medios para viajar a otras ciudades a cursar educación superior. Al contrario, hay que fortalecerlas. Hay que revisar con mucho cuidado lo que está sucediendo en Vícam, donde sin ninguna planeación se han establecido instituciones para muy poca gente.

No se han creado nuevas instituciones de educación media superior y Rayón, demanda la creación urgente de una preparatoria, para así evitar el traslado en camiones destartalados de los estudiantes de Opodepe y otros municipios hacia el plantel más cercano ubicado en Ures.

Son muchos los retos del sector educativo en Sonora en tiempos complicados, por ahora el gran reto de tu carrera.

Insisto en que debe revisarse el proyecto educativo — y hacerle ajustes—. Y También el de cultura, porque lo cultural no puede reducirse sólo al festival Ortiz Tirado; se impone una agresiva política cultural que vaya al fondo de las necesidades estatales y municipales y cubra la necesidad de cultura, reconociendo el esfuerzo que hacen algunos organismos autónomos formados por personas con vocación cultural —por ejemplo, en el sur de la entidad— que con sus propios y muy limitados recursos, difunden la cultura con un gran entusiasmo. Hay que revisar las iniciativas exitosas en esa materia de los gobernadores Félix Valdés (organización), Ocaña (publicaciones) y Eduardo Bours (lo municipal).

Urge revisar también lo relativo a la calidad de la educación y a la coordinación interinstitucional en materia de educación superior. Además, del impulso a programas con las estructuras educativas federales que mucho tienen que aportar al estado, pero que hasta ahora no se les ha motivado tomándolas en cuenta, salvo para eventos aislados sin una mayor trascendencia. Quizá parezca ocioso, pero también deberá revisarse la política de imponerle nombres a las escuelas donde por sugerencia -quien sabrá de quien-, se han colado algunos personajes que no resisten el menor análisis. Finalmente, quiero desearte el mejor de los éxitos y que tu paso por la SEC sea el de un verdadero reformador. Que no toleres la corrupción por más influyentismo que te presuman y presiones que recibas, y evitar la pasividad, —nadar de muertito— en un sector tan dinámico, estratégico, cambiante y tan necesitado de atención.

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