Olor a Dinero
Por: Feliciano J. Espriella
Jueves 20 de febrero de 2025
Morena y la traición a sus principios: El refugio de los impresentables
Morena, el partido que alguna vez prometió ser la antítesis de los vicios de la vieja política, hoy parece más un refugio de políticos impresentables que una auténtica plataforma de transformación. Lo que en sus inicios fue un movimiento con principios claros de combate a la corrupción y regeneración de la vida pública, hoy se ha convertido en un espacio donde la conveniencia electoral se privilegia sobre la coherencia ideológica.
La llegada de figuras con historial cuestionable provenientes de otros partidos, incluyendo algunos con antecedentes de corrupción, deja en claro que el pragmatismo de Morena no es más que una traición a sus propios militantes y simpatizantes.
El caso más reciente y emblemático es el de Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del exgobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares y miembro de una familia con profundas raíces en el PAN. Su repentina afiliación a Morena no solo es un golpe a la militancia del partido, sino también una bofetada a la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, quien ha basado su discurso en combatir las prácticas de corrupción del pasado. Que Morena abra sus puertas a un Yunes es una ironía difícil de ignorar, considerando que el partido ha utilizado la retórica anti-Yunes para justificar múltiples acciones en Veracruz.
Pero el caso de Yunes Márquez no es el único. El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, también ha sido cobijado por el partido a pesar de señalamientos en su contra y un historial que dista mucho de los valores que Morena decía defender.
Este pragmatismo sin escrúpulos no solo es un acto de deslealtad a los fundadores y militantes del partido, sino que también desmoraliza a aquellos ciudadanos que creyeron en un proyecto de verdadera transformación.
La contradicción es evidente: Morena ha condenado durante años las prácticas corruptas y el oportunismo de los partidos tradicionales, pero en la práctica está replicando las mismas estrategias. Figuras provenientes del PRI, PAN y PRD han sido absorbidas sin un verdadero escrutinio, sin importar sus antecedentes o las razones por las cuales fueron rechazadas por sus partidos de origen. Lo que en algún momento fue una bandera de lucha contra la impunidad y la corrupción hoy parece un eslogan vacío, desprovisto de autenticidad.
Este reciclaje de políticos no solo erosiona la credibilidad de Morena, sino que también mina la confianza de su base electoral. La militancia morenista que luchó por un cambio real ve cómo el partido otorga candidaturas y posiciones clave a personajes que encarnan lo peor del viejo régimen. La justificación de que estas incorporaciones responden a una estrategia para garantizar triunfos electorales es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos que depositaron su fe en la 4T.
El caso de Veracruz es paradigmático, pues no solo la militancia, sino la población entera ha sido testigo de cómo Morena ha traicionado su propio discurso. La incorporación de un Yunes al partido es una provocación directa a quienes han luchado contra el cacicazgo y la corrupción en el estado. Mientras tanto, en Sinaloa, la protección y el cobijo de Rocha Moya envían un mensaje claro: la lealtad al proyecto de Morena no se mide por la honestidad o la trayectoria limpia, sino por la utilidad política.
Morena ha justificado estas decisiones bajo el argumento de la apertura y la inclusión, pero lo cierto es que estas acciones revelan una decadencia interna que poco a poco está llevando al partido a convertirse en lo mismo que juró destruir.
En lugar de fortalecer sus bases y dar oportunidad a nuevos liderazgos, se ha optado por integrar a figuras que representan los vicios de la política tradicional.
Lo que Morena no ha comprendido es que esta estrategia a corto plazo puede resultar en victorias electorales, pero a largo plazo terminará por erosionar su legitimidad. La militancia, que en su mayoría sigue creyendo en un cambio verdadero, comienza a darse cuenta de que el partido está dispuesto a sacrificar principios en nombre de la conveniencia. Y cuando un partido abandona sus principios, deja de ser una opción de cambio para convertirse en un instrumento más del poder.
La gran pregunta es: ¿Hasta dónde llegará Morena en esta carrera por el pragmatismo electoral? ¿Cuántos más impresentables veremos desfilar por sus filas antes de que la militancia y el electorado digan basta? Si el partido no rectifica y sigue priorizando la cantidad sobre la calidad, el desencanto de sus bases podría ser el principio de su declive.
La historia ha demostrado que los partidos que se alejan de sus principios, tarde o temprano, terminan siendo víctimas de su propia ambición.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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