Kiosco Mayor
De Francisco Rodríguez
Martes 31 de diciembre de 2024
Muere Samuel Ocaña y nace la leyenda
*Su gobierno basado en la sencillez y respeto al ciudadano
*Por sus obras, los conoceréis”, y ahí están las presas…
*Un ilustre sonorense que repeló toda idea de homenajearle
Este 31 de diciembre, a unas horas del arribo del año 2025, la noticia navegó intensamente en redes sociales, hasta que su nieta Paulina Ocaña Encinas, lo confirmó en nombre de la familia, agradeciendo la infinidad de mensajes solidarios por el acontecimiento que trastocó la rutina decembrina de los sonorenses y, especialmente a la clase Política de todas las corrientes ideológicas que se mantenían pendientes de la evolución del mal que le aquejó los últimos años de su fructífera existencia y ejemplar trayectoria.
Samuel Ocaña García, médico de profesión y político por sus firmes convicciones y vocación, fue un servidor público excepcional que, como gobernador de Sonora, supo liderar con eficiencia un equipo de colaboradores que, independientemente de los diversos sectores sociales y económicos de su procedencia, le interpretaron debidamente y se sumaron con entusiasmo y lealtad ,a un proyecto de gobierno basado en la sencillez y el respeto a los ciudadanos, a un estilo pocas veces, o más bien, nunca visto en la historia política del Estado.
Fue un gobernador repelente al boato típico en un sistema político fincado más en las formas y hasta en la zalamería y, sobre todo, en aquella lealtad ciega, definida con el eufemismo de “institucionalidad”.
Nació en Arivechi, en septiembre de 1931. Y muere en Hermosillo a los 93 años. A esos años vividos hay que agregarle nueve meses, ya que él siempre decía que también contaban los nueve meses que vivió en el vientre de su señora madre. Denotaba su expresión, una dulce gratitud cuando se refería a ello.
A Samuel Ocaña, no le detuvieron las carencias de origen y se traslada a la ciudad de México, donde cursa los estudios de medicina en el Instituto politécnico nacional, al tiempo que, en atención a sus inquietudes, políticas, militó en el Partido Popular Socialista, relacionándose con Vicente Lombardo Toledano. Asimismo, colaboró con el expresidente de la República, el sonorense Adolfo de la Huerta. No son de extrañar, pues, la firmeza de su vocación social reivindicativa y el escrupuloso manejo de los recursos públicos a su cargo.
No es (como en muchos casos) una construcción mediática y políticamente intencionada la opinión que externan los sonorenses de manera espontánea, definiéndolo siempre como un político honesto y humilde cuando surgen las comparaciones.
Los sonorenses más enterados, recuerdan con frecuencia en el recuento de algunas de las obras visionarias, y por tanto prioritarias, que durante su gobierno (1979-1985) se levantaron para beneficio de la comunidad.
“Por sus obras, los conoceréis”, y ahí están las presas que tanto han servido al sector agropecuario, el acreditado Colegio de Sonora, el Centro Ecológico, los programas de vivienda, el Instituto de Crédito Educativo, Radio Sonora, el Centro de Usos Múltiples (CUM), el impulso a la educación, la cultura y a la historia de nuestra entidad, y también la adquisición de Canal 6, ahora Telemax. Y qué decir de sus gestiones para la instalación de la planta Ford en Hermosillo. Seguro que hay mucho más, pero un artículo es insuficiente para abarcar la obra de este gran sonorense que demostró lo que se puede hacer cuando hay voluntad, honestidad y ánimo de construir con visión de futuro social.
Por ahora, me limito a anotar como material para los biógrafos de este gran sonorense de incuestionable y bien ganada reputación como un hombre que pudo comprobarnos que es posible cruzar el pantano, sin mancharse el plumaje a que hace referencia el poema, como funcionario público, como gobernante en una sociedad, anhelante de honestidad, transparencia y de rendición de cuentas. Recordemos que, en los tiempos del gobierno de Samuel Ocaña, eran los tiempos de la hegemonía del PRI, su partido (en el que militó con orgullo y ejemplaridad). No había en las administraciones públicas los controles y sistemas de auditoría de ahora para el manejo del dinero público. Eran, pues, los tiempos donde la discrecionalidad se ejercía a todas luces.
Dos hechos que vale la pena recordar: el 4 de noviembre de 2023, la asociación de egresados del Instituto politécnico Nacional, otorgó a Samuel Ocaña, “la medalla de oro Amalia Solórzano de Cárdenas” (quien fuera esposa del General Lázaro Cárdenas), por ser el egresado más destacado de esa importante institución educativa. Fuimos pocos los que nos enteramos de tal distinción, en virtud de esa proverbial humildad y repelencia a toda idea de homenajearle, que caracterizó de por vida a tan ilustre sonorense.
Apenas el día 31 de julio de este 2024, que se despide con la mala noticia de su fallecimiento, Samuel Ocaña fue invitado a ofrecer una conferencia para agentes de seguros bajo el título” disciplina y resiliencia para lograr tus objetivos”. El caso es que Samuel Ocaña expuso con toda fluidez, acertadamente y hasta con buen sentido del humor sus temas, respondiendo preguntas y recibiendo comentarios por dos horas con 30 minutos. Samuel Ocaña sabía sobre su quebrantada, salud y lo comentaba con toda tranquilidad, daba la impresión de que no le temía a la muerte. A lo que sí, les sacaba la vuelta era a los reconocimientos y a los homenajes que siempre rechazó con educación y gratitud, pero también con toda energía, a pesar de los elevados méritos que inspiraban a quienes pretendían rendir honores.
Si me pidiesen sintetizar al hombre y su obra, diría sin reticencia alguna: Samuel Ocaña García, fue un hombre con evidente gusto por la vida, dueño de una sencillez admirable, de acción efectiva, de una inteligencia sobresaliente y, sobre todo, un hombre claridoso y honesto. Fue Una persona sobresaliente por su imperturbable humanismo, un demócrata, un político colmado de buenas intenciones que, como pocos, las pudo llevar a la práctica.
A Samuel Ocaña, de ninguna manera, se le podría incluir en lo que pensaba el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. “algunas personas nacen a título póstumo, deben morir para ser reconocidos”. No, de ninguna manera encaja, porque él fue un hombre reconocido sin proponérselo en vida, un sonorense excepcional que contó siempre con el reconocimiento, el respeto y el aplauso de su pueblo y, no olvidemos que, en política, dígase lo que se diga, la única verdad es lo que dice el pueblo, ese pueblo que ahora lamenta la partida del testimonio más claro con que contábamos de congruencia política.
Twitter: @kioscomayor