miércoles, diciembre 10, 2025

Loret no es estúpido, pero se esfuerza en parecerlo / Feliciano J. Espriella

Fecha:

Olor a dinero

Por: Feliciano J. Espriella

Miércoles 10 de diciembre de 2025

Loret no es estúpido, pero se esfuerza en parecerlo

Loret no finge ignorancia: la usa como herramienta. Su objetivo no es informar, sino ver si puede seguir tratándonos como si no entendiéramos ni lo básico de una extradición.

Hay columnas malintencionadas, columnas ignorantes y columnas diseñadas para ver si el lector es lo suficientemente penitente como para tragarse el anzuelo. La de Carlos Loret de Mola publicada ayer en El Universal pertenece a esta última categoría: un intento desesperado por hacer pasar una mentira obvia como interpretación política. Y no solo se esfuerza él en parecer estúpido; lo verdaderamente ofensivo es que intenta que sus lectores también lo sean.

Loret sabe —perfectamente— que ningún país puede procesar a un extraditado por delitos distintos a los autorizados por el país que lo entrega. Esto no es opinión, es el principio de especialidad, básico en cualquier tratado de extradición. Un alumno de primer año en Derecho lo entiende.

Loret también lo entiende.

Pero finge no entenderlo, porque de eso vive.

El exgobernador César Duarte fue extraditado bajo condiciones estrictas: solo podía ser procesado por peculado y asociación delictuosa. Punto. México estuvo legalmente impedido de formular cargos adicionales mientras no existiera una autorización expresa de Estados Unidos.

Ese permiso llegó el 4 de diciembre de 2025. Y la Fiscalía actuó de inmediato, como correspondía.

Pero según la ficción de Loret, la presidenta Claudia Sheinbaum decidió “regalar” la detención de Duarte a Adán Augusto López como agradecimiento por la salida del exfiscal Gertz Manero. Una obra de teatro tan mal escrita que uno esperaría verla en TikTok, no en un diario de circulación nacional.

El problema no es que Loret mienta —eso ya es parte del folclor político-mediático mexicano—, sino la manera grotesca en que subestima la inteligencia del público. Porque para que su relato funcione, uno tendría que creer que:

1.      Sheinbaum controla las decisiones del Departamento de Estado de Estados Unidos.

2.      Estados Unidos otorgó una autorización formal de extradición… para que Sheinbaum le regalara algo a Adán Augusto.

3.      Ernestina Godoy, en menos de una semana, ya montó una “operación política” perfecta, internacional y retroactiva.

Ni Netflix se atreve a tanto.

Loret intenta revestir su narrativa con nostalgia televisiva: listas de casas, ranchos, relojes, vuelos, como si fuera 2016 y siguiera narrando escándalos desde Televisa. Pero esa pirotecnia no cambia el hecho de que su columna es una falacia voluntaria construida para un objetivo político específico: golpear al gobierno incluso cuando el gobierno hace exactamente lo que debe hacer.

Y lo peor: lo hace suponiendo que nadie se dará cuenta.

La frase más cínica de su texto es aquella en la que afirma que la detención de Duarte “ayuda a la narrativa” de Andrea Chávez en Chihuahua. Por supuesto: todo hecho que no les convenga políticamente es “narrativa”, mientras que las invenciones mediáticas de la Cofradía del Chayote son “investigación”.

Esa Cofradía, por cierto, ya debe estar en la fila para repetir el cuento. La receta es conocida:

Ignorar el principio de especialidad.

Fingir sorpresa.

Gritar “complot”.

Inventar motivaciones.

Señalar a Morena.

Todo sea por mantener vigente la industria del escándalo.

Lo que no dirán —porque no vende— es que durante más de un año México no podía, por ley, procesar a Duarte por nuevos delitos. Ni aunque quisiera. Ni aunque lo pidiera la oposición. Ni aunque lo exigieran los opinadores.

La ley no lo permitía. Y punto.

La pregunta incómoda es: ¿Loret realmente cree lo que escribió? No.

Cree que tú puedes creerlo. Y ahí es donde insulta más.

La detención de Duarte no es un “regalito”, ni un pacto, ni una conspiración tropical. Es la consecuencia directa de un trámite internacional formal que finalmente llegó a su término. La única trama oscura aquí es la del columnista que, para sostener su guion, necesita que el lector ignore cómo funciona la justicia internacional.

Si de algo sirve esta historia es para confirmar que Loret no es estúpido.

Solo cree que nosotros sí.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima

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