Alberto Chy Yong y los comerciantes de ropa en Huatabampo
Bulmaro Pacheco
Domingo 24 de agosto de 2025
El comercio de ropa en Huatabampo históricamente ha tenido sus altas y bajas, y el ingreso de los comerciantes —casi todos provenientes del sur del país o del extranjero— por muchos años dependía de la gente más necesitada y de los sectores populares que durante décadas trabajaron en las actividades primarias.
Los fines de semana saturaban las tiendas y se notaba movimiento en la economía. Esas tiendas de ropa y las de comestibles, aledañas al mercado municipal, eran el termómetro que medía con mucha precisión los niveles del circulante en la economía municipal.
Las clases medias, de los sesenta, que empezaron a surgir con la educación pública, la agricultura, los nuevos empleos en la burocracia, las nuevas viviendas y la migración, se abastecían directamente en Arizona o con los profesionales de la fayuca, que por años tuvieron sus clientelas en el pueblo con facilidades y en abonos.
Recordada como pionera en el terreno de la ropa fue la tienda “La Moda”, de Halim Mosri, que funcionó donde ahora está el Banco Nacional de México, a un lado de la tradicional Mueblería Camacho.
Recordados son también establecimientos como “Comercial Me lo Llevo” (de los Villalobos), Las Ciudades de Francia (de Rodolfo Ruiz) “Telas México” (de los Bouvet) y la tienda de ropa para jóvenes “La Lagunilla”, que por años fue regenteada por el recordado Jesús Águila Haro, o “Chuy Lagunilla”, primo de José Guadalupe Alvarado Águila, concesionario de Zapatos Canadá, ambos de Moyahua Zacatecas. Águila falleció en 1973, Alvarado en 2022.
Surgieron también establecimientos como “Los Cuatro Vientos”, de Magín y Efrén Moreno Jiménez —oriundos de Puebla—, entre 1942 y 1979, donde se vendía de todo: desde clavos, desinfectantes, machetes y jarcias para catre, hasta huaraches y ropa —básicamente de mezclilla— para todas las edades. Los Cuatro Vientos, llamado así porque empezaron con una pequeña caseta pegada al mercado que estaba expuesta a los cuatro vientos —que combinaron con la creación del Hotel Sonora—, fueron decayendo por el envejecimiento de sus dueños y por la competencia. Después Efrén Moreno instaló en su casa por la Zaragoza los famosos “Mini Cuatro Vientos” que con el tiempo desaparecieron y tanta nostalgia nos dejaron.
Se recuerda también la tienda de Ezequiel Sánchez Martínez (El Húngaro), que llegó de León, Guanajuato, y se estableció a finales de los 40 en un local que rentaba a la familia Velderráin, muy cerca de la iglesia vieja del pueblo. Al final, “El Húngaro” se retiró del comercio y se concentró en un nuevo negocio: el Hotel San Jorge.
Por muchos años funcionó, entre la casa de huéspedes La Regional y la nevería El Gallo, la famosa tienda de “El Kabejere” (lo más barato en mayo), Isaac Mann Bejar, procedente de Líbano, que por años ofreció su mercancía frente al Cine Royal. Fue el pionero en la utilización de la lengua mayo para hacer publicidad por radio.
En 1967 llegaron a Huatabampo, de Nayarit, los hermanos Raúl y Roberto López Bernal con un cargamento de ropa y se establecieron a un lado de la tortillería de la familia Okuda, pegada al mercado municipal. Ahí ofrecían su mercancía anunciando verbalmente los precios en lo que originalmente se identificó como “La barata del Pelón”. Con el tiempo compraron el edificio donde por años funcionó el Banco de Comercio del Yaqui y Mayo, cambiándole el nombre a “Almacenes Río Mayo”, que hoy —58 años después— está a cargo de Roberto, el hermano menor, que con 81 años a cuestas confiesa que trabaja toda la semana (de nueve a nueve) y solo descansa los domingos por la tarde. Roberto atiende, permanece atento a la clientela que circula ahí, se sabe todos los precios de memoria y ubica perfectamente el lugar donde se encuentran las mercancías.
¿Retirarse después de los 81 años? “No —dice—, aquí es problema de límites y el límite no lo pone uno, lo pone Dios; él, y solo él, dirá cuándo nos tengamos que ir” —ratifica.
Alberto Chy Yong luce muy completo. Acaba de cumplir 95 años. Lúcido, con los recuerdos a flor de piel, en su casa de Iturbide y Alfredo Káram, no deja pregunta sin respuesta. Se advierte mucha nostalgia por sus amigos, algunos por su participación en el Club de Leones como René Cantú, Mundo Gómez, Roberto Rosas, Heleodoro Soto y Ramón Lam entre otros, y también por sus amigos de aventura musical: “Los Cachorros del Norte”, con los que incluso grabó varias composiciones fruto de su inspiración poética, como “Mi Chamaquita”, que durante un buen tiempo figuró en la programación de las radios de Navojoa a principios de los setenta.
“Hubiera seguido en la música —dice—, pero su esposa Adma le puso un alto: ‘O la música o la tienda’, me dijo una tarde, y entendí el mensaje. Me quedé con la tienda, dejando la música para otros tiempos”. “Aunque Me hubiera gustado grabar más, cantar más, pero no se pudo” dice resignado.
Dado su carácter y su temple, no dudamos que hubiera triunfado también como cantante. Tuvo conexión con la gente y el carisma suficiente para darse a conocer.
El famoso “Marchante”, que nació un 8 de julio de 1930, tuvo también su tienda muy cerca del mercado municipal, colindante con lo que fue la vieja iglesia del pueblo de 1913.
Don Alberto desciende directamente de China, de la región de Shanghái. Sus padres Toribio Chy Yong (que llegó de China por Mazatlán) y Natividad Espinoza (mexicana), decidieron que naciera en Guamúchil, Sinaloa. Pasados los efectos de la despiadada y abusiva campaña antichina de los años treinta en Sonora, la familia de Alberto buscó nuevos horizontes en la entidad.
La familia —ya con nueve miembros— radicó un tiempo en Navojoa dedicada al comercio, después se trasladaron a Bacobampo y, al final, a mediados de los cuarenta del siglo pasado, llegaron a Huatabampo.
Alberto, desde su niñez, observó cómo las actividades comerciales de su familia —básicamente la zapatería— lo llevaron a desarrollar una vocación para el comercio y la venta directa casa por casa, cuando el comercio ambulante era el que dominaba. No había mecanismos publicitarios (que no fueran los carros de sonido) y solo valía la capacidad de convencer verbalmente a los potenciales clientes, con la especial tarea de visitarlos personalmente.
Su especialidad, desde muy joven, eran los cortes de telas y poco a poco fue integrando la gran tienda llamada “El Marchante”, a un lado de la esquina que forman las calles Guerrero y Juárez, donde ahora se observa una variedad de pequeñas empresas de comida y un sitio de taxis que borraron de un plumazo el recuerdo de las grandes tiendas y las talabarterías asentadas ahí en el pasado.
Alberto emparentó con el legendario comerciante, agricultor y habilitador financiero libanés Halim Mosri. Se casó a finales de los cincuenta (1959) con su hija Adma, a quien conoció cuando era —dice él—un “modesto vendedor de telas” y Adma, a la vez, era responsable de la tienda “La Moda”. Con ella procreó a Alberto, Adma, Ruth, Berenice e Irasema. Su esposa murió en 2023 a los 88.
Tanto Alberto como el propietario de los Almacenes Río Mayo achacan la instalación de la cadena de tiendas Ley en Huatabampo como la causa principal del quiebre de los negocios en la ciudad.
“Se cayeron 50% las ventas de todos los negocios en el pueblo —principalmente las del pequeño comercio y el mercado municipal— con la entrada de Ley”, dice don Roberto López Bernal.
“A partir de la llegada de Ley a Huatabampo opté por cerrar la tienda y me concentré en el negocio de la hotelería (Los Olivos)”, donde también tuve éxito, dice don Alberto.
¿Y a estas alturas, a los 95 años que le pides a Dios Alberto? Pues que me de un poquito más de vida, dice. “Lo que Dios quiera darme, lo aceptaré porque soy muy creyente” reafirma. “Dios es grande y poderoso y él decide; ratifica —tranquilo con su conciencia—, porque nunca le hice daño a nadie” y traté de llevar con mi familia una vida buena, trabajando siempre”. Tiene razón.
Con sus tiendas de ropa y con una gran diversidad de actividades económicas, Huatabampo ha crecido y se ha desarrollado con la gran migración llegada de diversos rincones de México y el mundo de gente talentosa, buena, trabajadora y de iniciativa como los mencionados: Don Alberto, Efrén, Magín, Jesús, José Guadalupe, Isaac, Ezequiel, los hermanos Ayala y los López Bernal. Enhorabuena por ellos que tanto han trabajado honradamente por la región.
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