lunes, junio 16, 2025

Colosio: el político, el amigo / Bulmaro Pacheco

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Colosio: el político, el amigo

Bulmaro Pacheco

Domingo 15 de junio de 2025

A finales de 1982, el recordado maestro Samuel del Villar —egresado de la UNAM y Harvard y profesor en El Colegio de México— me habló de un paisano que era académico en esa institución: Luis Donaldo Colosio. Quería presentarnos, así que la cita fue en uno de los restaurantes Loredo de la Ciudad de México. Ya tenía referencias de Colosio por un amigo común: Leonel Argüelles Méndez, quien había sido su compañero en las luchas estudiantiles de 1967 en Sonora.

En esa comida conversamos ampliamente y agradecimos a Samuel su amable intermediación para conocernos. Al despedirnos, acordamos mantenernos en contacto.

Poco después, el Presidente Miguel de la Madrid formó su gabinete. Dos nombres de sonorenses destacaron: Rodolfo Félix Valdés, como secretario de Comunicaciones y Transportes y Colosio, como director general de Desarrollo Regional en la Secretaría de Programación y Presupuesto, bajo las órdenes de Carlos Salinas de Gortari.

Días después de esos nombramientos, Gustavo Félix —hijo de don Rodolfo— nos llamó para invitarnos a un desayuno informal con el nuevo secretario. La cita fue en la oficina de la SCT el lunes siguiente. Ahí nos encontramos Colosio, Manlio Fabio Beltrones (entonces diputado federal por Sonora), Juan Manuel Verdugo Rosas (representante de la CNC) y yo.

Don Rodolfo propuso institucionalizar esos encuentros: desayunar el primer lunes de cada mes para intercambiar opiniones y seguir de cerca el acontecer político de Sonora, de cara a la sucesión del gobernador Samuel Ocaña, ya próxima en el calendario.

Fueron reuniones memorables, llenas de anécdotas y reflexiones. Así se consolidó un pequeño grupo unido por la amistad, el origen y la inquietud por el futuro del Estado.

La primera gran prueba política del grupo llegó el 28 de noviembre de 1984, cuando el PRI nacional postuló a Don Rodolfo Félix Valdés como candidato a gobernador de Sonora. Manlio, Verdugo y yo nos unimos a su campaña en enero de 1985. Colosio, aunque no se integró formalmente, lo acompañó desde su puesto federal y con visitas estratégicas a Sonora.

Por entonces ya circulaba el rumor de que Colosio sería postulado a diputado federal, lo cual se confirmó en marzo de 1985. El PRI anunció entonces las candidaturas por los siete distritos de Sonora: Alicia Arellano, Luis Donaldo Colosio, Ismael Torres Díaz, Eleno de Anda, Jorge Acedo Samaniego, Francisco Villanueva Castelo y un servidor.

En las elecciones de julio, Colosio ganó en el primer distrito. Solo Alicia Arellano no logró el escaño.

Con la toma de protesta del gobernador Félix Valdés, Beltrones pasó de la dirigencia estatal del PRI a la secretaría de Gobierno; Verdugo, subsecretario de Asuntos Agrarios. Colosio y yo asumimos nuestras diputaciones federales. Él presidió la Comisión de Presupuesto, mientras que yo coordiné a los diputados sonorenses y fui secretario de la Comisión de Seguridad Social. Colosio y Verdugo tenían 35 años; Beltrones 33 y yo 31.

El trabajo legislativo en la LIII Legislatura fue un aprendizaje clave. Compartimos escaño con figuras como Eliseo Mendoza Berrueto, Blas Chumacero, Heberto Castillo, Demetrio Vallejo, Alejandro Gascón Mercado, Fernando Ortiz Arana, Mario Niebla y Diego Valadés entre otros. Fueron tres años intensos de debate político y maduración.

Más tarde, Colosio fue designado delegado de la CNOP en Sinaloa, y yo asumí la dirigencia estatal del PRI en Sonora para la elección de 1988.

Con la postulación de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia, en octubre de 1987, Colosio fue nombrado oficial mayor del CEN del PRI y coordinador de la campaña presidencial. Posteriormente, él y Manlio Fabio Beltrones fueron postulados como fórmula al Senado, con Armando Hopkins y un servidor como suplentes. Juan Manuel Verdugo sería postulado como diputado federal por Navojoa.

Al iniciar la LIV Legislatura, Beltrones ocupó la curul hasta diciembre, cuando fue llamado a la Subsecretaría de Gobernación. En su lugar, asumí la senaduría.

Como senadores, con Colosio, compartimos espacio con políticos de peso: Emilio González (coordinador) Alfonso Martínez Domínguez, Leonardo Rodríguez Alcaine, Carlos Jonguitud, Netzahualcóyotl de la Vega, entre otros.

En 1989, ya como presidente nacional del PRI, Colosio encabezó una etapa difícil para el partido, luego de la ruptura interna con la Corriente Democrática. Ese mismo año, desde Sonora con Colosio y el gobernador Félix promovimos la creación del municipio número 70, al que llamamos “Plutarco Elías Calles”, en homenaje al sonorense fundador del PRI. Irónicamente y a pesar de las aportaciones históricas de Calles—ingratitudes aparte— ninguna ciudad ni municipio del país levaba su nombre.

En 1990, por invitación de Colosio, fui nombrado delegado del CEN en Colima para la elección de 1991, en la que resultó electo gobernador Carlos de la Madrid Virgen. Ese mismo año, Beltrones resultó candidato a gobernador de Sonora.

Tras finalizar mi periodo en el Senado, Colosio me citó para hablar sobre el futuro. Le comuniqué mi decisión—gracias a la decisión de Don Fernando Solana— de integrarme al servicio exterior como cónsul en Phoenix. Me pidió mantenernos en contacto, y así fue durante mi estancia en EE. UU, tanto en Phoenix como en Miami, entre 1991 y 1994.

Fue muy importante el apoyo financiero desplegado por Colosio para atención de los mexicanos damnificados por el Huracán “Andrew” que pegó muy fuerte en la Florida en 1992.

A medida que se acercaba la sucesión presidencial, la comunicación se intensificó a través de Guillermo Hopkins, y los documentos a través de Tere Ríos.

En 1993, ya como secretario de Sedesol, Colosio y yo tuvimos una conversación privada donde le compartí las versiones que llegaban desde Florida sobre su posible candidatura presidencial. No lo negó. Sonrió y agradeció la información.

Ese verano coincidimos en Los Pinos, en una reunión con empresarios cubano-americanos exiliados. Cuando Jorge Más Canosa, líder de la influyente Fundación Nacional Cubano-americana, lo vio, le preguntó: “¿Es usted Colosio, el que va a ser el próximo presidente de México?”. La respuesta de Colosio fue instantánea: “¿Dónde le firmo?”.

El 28 de noviembre de 1993, se oficializó su candidatura. Nos volvimos a ver en la Ciudad de México. Poco después, el 4 de enero de 1994, Ernesto Zedillo—coordinador de su campaña— me llamó para decirme que Colosio quería que me integrara a la campaña presidencial. “Habla con el canciller Tello me dijo, para que no dejes pendientes en Miami. Lo hice y me incorporé de inmediato a las tareas políticas en el equipo de campaña.

Durante la campaña lo vi pocas veces. Fueron saludos esporádicos, encuentros breves. Sin embargo, mantuve una estrecha coordinación con su equipo cercano.

Fue una campaña difícil: Chiapas, los rumores, las tensiones de la sucesión… muchos pendientes políticos no resueltos, muchas heridas abiertas. No tengo la menor duda de que hubiera arrasado en la elección y hubiera sido un gran Presidente de México, por sus valores, su integridad y su vocación.

Su asesinato cimbró a México y nos impactó a todos. Al recordarlo, lo hacemos con la misma emoción con la que lo tratamos y con la que compartimos amistad, sueños e ideales.

bulmarop@gmail.com

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