Vertiente
Bernardo Elenes Habas
Viernes 16 de mayo de 2025
Casa de la Cultura Irma Arana
*Irma Arana, es la poetisa, hija del legendario líder campesino Bernabé Arana León, parte de las raíces de la esforzada y noble actividad cultural en Cajeme.- El Grupo Ostimuri, fundado por Miguel Sainz López Negrete y Bartolomé Delgado de León en 1953, marcó el principio formal de actividad tan trascendente.- El alcalde Javier Lamarque con su propuesta sustantiva ante Cabildo, rinde homenaje a Irma, y a quienes luchan y se esfuerzan porque el nombre del municipio se siga escribiendo con mayúsculas.
Era, al principio, un puñado de soñadores.
Querían demostrar que Cajeme, el Valle del Yaqui, podía, también, darle vida a la espiga luminosa del arte, la cultura, no solamente al grano nutricio parido en los surcos.
Querían que la poesía, la narrativa, el teatro, danza, música, pintura, el rescate histórico comunitario tuvieran parcela, cielo, sol y agua para que germinaran.
Aquel grupo cargado de horizontes, le dio movimiento y fortaleza a la palabra. Comenzó a reunirse, en los albores de 1953, hace 72 años, en la oficina contable de Carlos Mass Conant, espacio que se ubicaba en la planta alta del edificio de 5 de Febrero y Guerrero, donde ahora se encuentra Banamex (Despacho en el que laboró Bartolomé Delgado de León, al dejar truncos sus estudios de Medicina en la Universidad de Guadalajara y haber incursionado en el magisterio en la Escuela Secundaria José Rafael Campoy, quien, posteriormente, ingresó a Diario del Yaqui, descubriendo que la Literatura es, con mucho, raíz del Periodismo y de los ideales más depurados, cuando se tienen), ahí, hubo asomo, entre los contertulios, de sus aptitudes creativas. Aflorando, prácticamente, la semilla primigenia de lo que sería, al paso de los días, el Círculo Cultural Ostimuri.
Las reuniones fueron, a las pocas semanas, en el departamento de soltero de Miguel Sainz López Negrete, situado en el segundo piso de la empresa que fue Aceites Vegetales de Sonora, donde se desempeñaba como gerente, porque era propiedad de sus familiares españoles, de cuya nacionalidad descendía.
En ese departamento, al que bautizó Bartolomé como “El Castillo del Odio”, más que por la novela de A. J. Cronin (Archibaldo Joseph Cronin, médico y novelista escosés), “sino por la sencilla razón de que empezamos a reunirnos un grupo de bárbaros que hacíamos cera y pabilo del prójimo”, espacio donde conjugaban sus voces, ideas avanzadas, y la visión de que podían adelantar el reloj de la historia a favor de Cajeme, Miguel Sainz López Negrete, Bartolomé Delgado de León, Alberto Santana, Carlos Moncada, Jesús Grijalva, Manuel Burrola, Fausto Flores, Tiburcio Ibarra Morales, Humberto Rodríguez Durán.

Así nació el Círculo Cultural Ostimuri –comenta Bartolomé en su libro “Y Dígalo que yo lo Dije”, nombrando sus integrantes, presidente y secretario, respectivamente, a Miguel y Bartolomé.
Se sumaron nuevos talentos, entre ellos Jesús Corral Ruiz, Alfonso Castañeda Sandoval, el doctor Gabriel Amézaga Irazoqui, Jorge Lara Castellanos, Héctor Navarrete Dondé, doctor Jorge García Sánchez, Profr. José L. Guerra Aguiluz, doctor Manuel Macías Parra, el poeta de altos vuelos Juan Eulogio Guerra Aguiluz, Carlos Enciso, Raúl Prieto, Eduardo Ganime, doctor Luis Farfán, doctor Jesús Alfonso Cadena, doctor Eustolio del Río, Hilda Esther Guerra.
Funcionó Ostimuri algunos años, hubo producción creativa abundante, que se publicaba en la sección cultural de Diario del Yaqui, coordinada por Bartolomé, periódico donde se desempeñaba como Jefe de Redacción. Fundaron la Revista Cultural Ostimuri. Promovieron recitales. Otorgaron becas a jóvenes estudiantes. Le dieron vida a la Biblioteca Ostimuri que se ubicó, por varios años, en la esquina sureste de la Plaza 18 de Marzo, acogida su construcción de una sala por la sombra de frondosos árboles. Asimismo, sus integrantes obtuvieron reconocimientos en certámenes de poesía y cuento, promovidos por los municipios de Nogales y Guaymas; sobresaliendo el triunfo a nivel internacional en novela, convocado por España, de Sainz López Negrete, con “Cruces sobre el Teocali”. Incursionaron en la radio –XEAP- ofreciendo conferencias y lectura de poemas.
“Pero, desgraciadamente –señala Bartolomé en sus crónicas-, se cometió el error de volver solemne al Círculo, “se hicieron estatutos, se fijaron reglas, se establecieron sanciones… y Ostimuri se acartonó. Se volvió un grupito de siete sabios, al que se miraba con recelo y con desconfianza –para no decir otra cosa- y lógicamente murió en el ánimo de la gente. Después de todo, a nadie le caen bien los muy salsas”.
Dejaron el departamento de Miguel y se trasladaron al “Callejón del Diablo”, a espaldas de la escuela Fernando F. Dworak (hoy Callejón Ecuador), y lo nombraron así porque no tenía ni un solo foco de punta a punta. El patio estaba cercado con alambre de púas y únicamente se contaba con dos habitaciones. Después se mudarían a la planta alta de Botica Nueva, del Profr. Guerra.
Pero llegó 1958 con el Movimiento Contrerista (lucha por la alcaldía de Cajeme entre priístas, alzándose la CTM como un bastión rebelde que apoyaba a Rafael Contreras Monteón, El Buqui, formando otro partido, el PDC), y la política con el germen ambicioso de sus oficiantes, dividió a los ostimurianos como a todos los cajemenses. Bartolomé había salido del Diario y dirigía el Heraldo del Yaqui, que se convirtió en bastión del “contrerismo”.
Años después, en los 60, le dio vida al periódico Claridades de corta existencia. Bartolomé fue invitado a colaborar en Tribuna del Yaqui, periódico erigido el 5 de diciembre de 1965, coordinando las secciones editorial y literaria.
La Cultura en el Noroeste, fue el nombre que confirió a ese suplemento periodístico, donde muchos de los antiguos integrantes de Ostimuri se incorporaron a los domingos creativos. Ahí, las inquietudes del poeta lo motivaron a formar lo que denominó El Grupo, integrándose nuevos elementos como Ramón Iñiguez Franco, Magda Irma Palomares, Mario L. Partida, Rigoberto Badilla, José María Ibarra, Alí Sierra, Andrés Cevallos, entre varios narradores y poetas, y por supuesto sus antiguos amigos como Héctor Navarrete Dondé.
En 1973 (5 de mayo), con el nacimiento de la Biblioteca Pública Municipal, que funcionó inicialmente en el edificio que fuera sede de la Unión de Crédito Agrícola del Yaqui (UCAY), en la esquina de las calles Sonora y Guerrero, concebida, delineada e impulsada por su fundador, Ramón Iñiguez Franco con el respaldo de Rodolfo León Manzo, directivo en esos días de la Junta de Progreso y Bienestar de Cajeme y posteriormente alcalde (1973-1976), surgió el Grupo Cultural Siglo XX.
Y en las coordenadas de esos tiempos, precisamente, surgió al río de la literatura en Cajeme, Irma Arana, con su primer poemario “Como la roca”, después vendrían Manantial de Barro, Días de lluvia, entre otros textos, desplegando sus actividades de promotora cultural, alentando a nuevos poetas y narradores, colaborando en la sección “Domingo Literario”, a cargo de Moisés Ortiz en Diario del Yaqui, creciendo significativamente en su labor hasta lograr darle vida a la Agrupación Para Las Bellas Artes (APALBA), con más de 30 años de fructífera existencia, convirtiéndose en el alma cultural de Cajeme, trascendiendo los límites de Sonora, haciendo llover la voz y el relámpago estético de la poesía, la narrativa, pintura, danza, teatro, creando también la revista Yuku Jeeka, llegando a otros estado y al mismo Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México, mérito que le valió el nombramiento de Embajadora del Arte, concedido por la Oficina de Convenciones y Visitantes de Ciudad Obregón, y en conjunto su labor literaria y culturera en bien del municipio la hizo merecedora del nombramiento de Ciudadana Distinguida de Cajeme, cuando el Municipio cumplió 87 años de fundado, y se desempeñaba como alcalde Rogelio Díaz Brown.
Es preciso reconocer la sensibilidad alta y plural del alcalde Javier Lamarque Cano, de quien surgió la propuesta para bautizar con la entereza y la lucha inquebrantable de una mujer a favor del arte y la cultura en Cajeme, para que una institución que es templo de esas disciplinas, lleve por siempre su nombre.
Mi abrazo emocionado para Irma, mi amiga.
Le saludo.