Archivo Confidencial
Por Armando Vásquez A.
Martes 18 de marzo de 2025
Un tema menospreciado…
EN ALEMANIA, Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá, Finlandia y Brasil, existen cuerpos de policía juvenil –con integrantes cuyas edades fluctúan entre los 14 y 18-21 años–, que reciben formación de valores cívicos, laboran en vigilancia para la prevención del delito en sus comunidades o escuelas, manejan esquemas relacionados con la educación vial que son puestos en práctica y cuya opinión pesa en las estrategias de combate que realiza la policía en torno al buylling o acoso escolar, violencia de género, física, digital o ante la presencia de grupos delictivos sobre todo en los centros de estudio.
En EU la policía juvenil se regula a nivel estatal y local –no federal–, a través de diferentes esquemas: “Exploradores de Policía”, “Cadetes juveniles” que son los más comunes y que son supervisados por la Asociación Nacional de Exploradores de Policía (Learning for Life), una división de los Boy Scouts of America. Estos jóvenes participan en actividades educativas sobre el trabajo policial, como patrullaje, ejercicios de arresto, entrenamiento físico y resolución de conflictos. No tienen autoridad legal, pero sí se les enseña sobre la ley y cómo trabajar en equipo con la policía.
En México tampoco hay leyes federales que impulsen este modelo, sino que se maneja a nivel estatal y municipal en todos los estados del país y en sus principales municipios mediante los cuales se busca involucrar a los jóvenes en fomentar una cultura de la paz, respeto, orden, fomento de valores, campañas anti drogas y un largo etcétera que les coloca como receptores de acciones correctiva y les imponen la oportunidad de ser promotores de un mundo feliz. En ningún momento les encauzan a realizar acciones reactivas y estrategias de combate en seguridad estudiantil como ocurre en otros países.
Esos programas de atención juvenil que existen en Sonora, –en Hermosillo, Nogales, SLRC y Ciudad Obregón–, no tienen nada que ver con estrategias de seguridad directamente aplicadas en las escuelas. O bien, las autoridades aun no le encuentran la cuadratura al círculo o simplemente quienes participan en estos programas juveniles lo hacen para cumplir un objetivo específico cuyo resultado no se ve por el daño que le causaron diez chamacos a una estudiante de una secundaria en el caso de la capital sonorense.
El titular de la SEC en Sonora, Froylán Gámez Gamboa habló del tema y de lo tremendo que está el problema de la drogadicción entre los secundarianos –se le llama wox a un combinado de la mariguana que se inhala a través de vapeadores que es el más usado–, y mencionó los protocolos que existen en los cuales se ven involucrados tanto directivos, maestros, padres de familia y alumnos, para atender la violencia en las escuelas.
Se han impartido talleres, conferencias y demás acciones de capacitación, pero no ha sido suficiente. De hecho, el tema de la prostitución y explotación de menores, no se tocó. https://n9.cl/cqt8x9
Hay programas federales en México con leyes que cobijan a los jóvenes, pero tampoco son suficientes pues no necesariamente una ley genera acciones contundentes y efectivas.
Las policías mexicanas están rebasadas en varios aspectos, pero más en la detección de crímenes cometidos en sus escuelas y es una lástima. Las autoridades aun sostienen que los jóvenes deben ser conducidos como corderitos visualizando la paz como una forma de promoción limitando posibles acciones que conduzcan al actuar de una verdadera fuerza de inteligencia que permita el combate frontal a la problemática escolar.
Hay otros que prefieren ignorar o minimizar la problemática que consideran que no alcanza para una noticia espectacular en los medios informativos, pero si en redes sociales. No hay leyes, ni presupuestos que permitan afrontar esta problemática de todos conocidos y a la cual se le pone atención cuando diez chamacos golpean a una estudiante.
Quien sabe cuántos estudiantes muertos se requieren para poner atención real y seria a los ataques que ocurren en las escuelas de cualquier nivel.
No se requiere ser un analista ducho para comprender que tal tipo de delincuencia está inmersa en un contexto mayor, pero hay una diferencia: las escuelas son círculos cerrados que permiten una investigación pronta en torno a su entorno y actuar en consecuencia.
Es el turno de actuar de los diputados para darle más facultades a la policía estatal para conformar policías juveniles que puedan conformar escudos de protección a los planteles, más allá de las accione preventivas preponderando las reactivas.
Y lo hemo visto en ciudades más grandes que Hermosillo –Ciudad Juárez, Tijuana, etcétera–, donde no se atendieron situaciones similares en las escuelas y aquello escaló hasta la conformación de pandillas que se convirtieron en brazos armados de la mafia. Es mejor actuar con el tiempo debido y dejar de minimizar los pleitos de chamacos y su consumo de drogas que pudieran tildarse de menores, pero que no lo son. Así empiezan.
¿Qué puede hacer un maestro o un directivo de escuela si no cuentan con presupuesto –que debería haber— para la simple detección de armas?, ¿O acaso ya se olvidó el asesinato de un jovencito en el Cobach Villa de Seris?
La decisión está en manos de los diputados y las autoridades en esto que ya rebasó los límites permitidos y claro, en la presión que ejerza la sociedad civil.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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