miércoles, marzo 19, 2025

Familias ciegas, sociedad sorda: el caldo de cultivo de las adicciones / Feliciano J. Espriella

Fecha:

Olor a dinero

Por: Feliciano J. Espriella

Martes 18 de marzo de 2025

Familias ciegas, sociedad sorda: el caldo de cultivo de las adicciones

La drogadicción y otras adicciones han crecido de manera alarmante en nuestra sociedad, convirtiéndose en una crisis que muchos prefieren ignorar. Frente a esta realidad, el comportamiento de las familias y la sociedad en general refleja una indolencia preocupante. Se asume con demasiada facilidad que el problema es responsabilidad exclusiva del gobierno y del crimen organizado, mientras que la autocrítica y la acción colectiva brillan por su ausencia.

Como cada semana, el jueves pasado recibí el artículo semanal que publica un buen amigo, el Ing. Guillermo Moreno Ríos, quien aborda un tema sobre el cual hace tiempo quería: la participación familiar en los problemas de adicciones. Inicia con las siguientes palabras:

“El factor emocional: ¿Puede el amor ser una política pública?

“En un giro poco común dentro del discurso político, la presidenta Claudia Sheinbaum destacó que el amor, la cercanía y el apoyo emocional son las herramientas más efectivas para proteger a los jóvenes del consumo de sustancias.”

Más adelante, agrega:

“Cuando un joven siente el abrazo de su familia, cuando encuentra en su hogar el refugio que la sociedad a veces le niega, se aleja del camino de la violencia y la desesperanza. Por eso, es urgente fortalecer los lazos familiares, devolverles a nuestros hijos el sentido de pertenencia y la certeza de que su futuro no está en la delincuencia, sino en la educación, el deporte, la cultura y el amor.”

El ingeniero tiene toda la razón, pero la realidad es diametralmente opuesta: los adictos, que son la materia prima del narcotráfico y una causa indirecta de la violencia, crecen de manera exponencial, aparentemente sin frenos ni contrapesos.

Las adicciones no surgen en el vacío. Detrás de cada joven que cae en el mundo de las drogas, hay una historia de descuidos, omisiones e indiferencias. Es común que las familias no perciban, o no quieran percibir, los cambios en los hábitos y comportamientos de sus hijos. Los signos de alerta están ahí: aislamiento, cambios de humor, nuevas amistades de dudosa reputación, bajo rendimiento escolar, pérdida de interés en actividades antes disfrutadas. Sin embargo, en demasiados hogares, la rutina, el estrés cotidiano y la falta de comunicación efectiva impiden que los padres vean lo que ocurre frente a sus propios ojos. Es más fácil pensar que “mi hijo no” que aceptar la posibilidad de que algo anda mal.

Pero el problema no es solo de las familias. La sociedad en su conjunto ha decidido mirar hacia otro lado. La degradación de nuestros jóvenes ocurre en plazas públicas, en esquinas de barrios, en escuelas y hasta en lugares de trabajo. Pero en lugar de generar estrategias de apoyo y contención, el camino más fácil es culpar a los criminales que distribuyen la droga o exigirle al gobierno medidas drásticas de seguridad.

Si bien el crimen organizado tiene un papel innegable en la proliferación del narcotráfico, y las autoridades deben actuar con firmeza, la verdad incómoda es que la demanda de drogas proviene de nuestros propios jóvenes, esos a quienes hemos dejado sin referentes, sin atención y sin futuro.

Es urgente romper con esta indiferencia. La prevención de las adicciones no puede ser una tarea exclusiva del Estado ni una simple responsabilidad policial. La educación emocional en casa, la supervisión responsable, la generación de espacios de desarrollo y oportunidades para los jóvenes son tareas que nos corresponden a todos. Mientras sigamos creyendo que este problema solo les ocurre a “los otros” y no a nuestros hijos, vecinos o estudiantes, seguiremos abonando al avance de una crisis que está carcomiendo el tejido social.

Es tiempo de asumir responsabilidades. No basta con indignarse cuando un joven es detenido con drogas, cuando una colonia se vuelve zona de narcomenudeo o cuando los medios reportan cifras alarmantes de consumo. Hay que actuar. Se necesitan campañas reales de prevención, espacios comunitarios de contención, redes de apoyo vecinal y, sobre todo, una sociedad dispuesta a involucrarse activamente. Porque si seguimos ignorando el problema, la factura llegará tarde o temprano, y no habrá a quién culpar más que a nuestra propia indiferencia.

Mientras las adicciones no sean combatidas eficazmente, el mercado de los adictos seguirá impulsando la demanda de todo tipo de drogas. Como consecuencia, el tráfico de estupefacientes continuará creciendo, alimentando un círculo vicioso difícil de frenar. Aunque se lograra reducir sustancialmente la violencia y la criminalidad mediante acciones policiales o de seguridad, el fenómeno del narcotráfico persistirá, porque la raíz del problema no está en la oferta, sino en la demanda incontrolada que la sociedad ha decidido ignorar.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

Twitter: @fjespriella

Correo: felicianoespriella@gmail.com

Compartir publicación:

Popular

Relacionado
Relacionado

¡Vaya!, la “4-T” está preocupada por Teuchitlán, Jalisco / Francisco Javier Ruiz Quirrín

De Primera mano Por Francisco Javier Ruiz Quirrín Miércoles 19 de...

Van por desaparecidos / Martín Romo (El Verdugo)

Sin Medias Tintas Por Martín Romo (El Verdugo) Miércoles 19 de...

Ciudad Obregón sangra… / José María Cerecer Sánchez

Desglosando la noticia Por José María Cerecer Sánchez Miércoles 19 de...

Celebran primer foro de consulta para actualizar la Ley de Ordenamiento Territorial y Urbano

*El viernes 21 de marzo, en Nogales, se llevará...