Olor a Dinero
Por: Feliciano J. Espriella
Viernes 14 de febrero de 2025
¿Cuánta agua más vamos a desperdiciar antes de reaccionar?
La semana pasada tuve un desacuerdo en X (antes Twitter) con una usuaria de la red que publicó un mensaje acompañado de una imagen del alcalde de Hermosillo, en el que lo señalaba como “…quién tiene jodido a Hermosillo” por haber nombrado al director del organismo operador del agua.
Le respondí —y ahora, en retrospectiva, creo que con poco tacto—: “Supongo que eres nueva en la ciudad y no viste cómo estaba hace cuatro años”, respaldando mi argumento con el contundente resultado a favor de Antonio “Toño” Astiazarán en las pasadas elecciones.
No era mi intención polemizar, sino aportar contexto: la crisis del agua y el pésimo estado de las calles no son problemas recientes, sino el resultado de múltiples administraciones anteriores.
En lo que respecta al abastecimiento de agua, desde hace varios lustros he sostenido en mis publicaciones que gran parte del problema lo provocamos los propios usuarios del servicio, entre quienes todavía predomina una cultura de derroche.
Hemos llegado a un punto de quiebre que no podemos seguir ignorando. La crisis hídrica en Hermosillo es un problema inaplazable. La sequía extrema que enfrentamos debería ser una señal de alerta para todos, pero, paradójicamente, en lugar de generar conciencia, parece haber despertado la peor cara de la irresponsabilidad.
Mientras el estado y el municipio hacen esfuerzos para garantizar el abastecimiento de agua, miles de ciudadanos siguen desperdiciándola sin el menor rubor. No es extraño ver a personas lavando banquetas y vehículos con mangueras durante las madrugadas, como si viviéramos en un paraíso hídrico. Como si Hermosillo no estuviera rodeado de desierto. Como si la crisis que amenaza nuestro futuro no tuviera nada que ver con ellos.
Hermosillo: una ciudad que consume más agua de la que puede permitirse
El consumo de agua en Hermosillo es escandaloso, según informó a inicios de semana Renato Ulloa, director de Aguah de Hermosillo, asciende a 400 litros diarios por persona, una cifra muy por encima del promedio nacional y muy superior al de otras capitales del país. La razón es simple: además del desperdicio, el costo del agua en la ciudad es inferior al de otras ciudades en México. Esto ha provocado que algunos vean el agua como un recurso inagotable y barato, en lugar de valorarlo como el bien escaso y vital que es.
Mientras en otras partes del mundo las familias racionan su consumo, en Hermosillo hay quienes siguen llenando albercas, regando banquetas y gastando cientos de litros sin pensar en las consecuencias. La inconsciencia no solo es alarmante, es criminal.
“CUIDA”: un plan para frenar el derroche
Ante esta situación, el alcalde hermosillense ha lanzado el programa “CUIDA”, un esfuerzo para fomentar una cultura del agua y evitar el colapso del abastecimiento en la ciudad. Sus principales acciones incluyen:
• Cuidar el agua desde casa: generar conciencia sobre la importancia del ahorro en actividades cotidianas.
• Ubicar y reparar fugas: evitar pérdidas masivas por infraestructura deficiente.
• Invertir en tecnología e infraestructura: mejorar la eficiencia del servicio de agua potable.
• Denunciar el derroche y el robo de agua: involucrar a la comunidad en la vigilancia del consumo responsable.
• Aprender a usar mejor el agua: educar a la población en el uso eficiente de este recurso.
Es un esfuerzo importante, pero no tendrá impacto si los ciudadanos no ponen de su parte. No hay infraestructura ni gobierno que pueda sostener una ciudad donde miles derrochan el agua como si nunca fuera a acabarse.
Es hora de tomar conciencia: el agua no es infinita
Si no cambiamos nuestra forma de consumir agua, las consecuencias serán catastróficas. Ya hemos visto comunidades que dependen de pipas porque sus fuentes de abastecimiento se agotaron. ¿Queremos esperar hasta que eso suceda en Hermosillo para reaccionar?
La comodidad y la indiferencia nos están costando caro. Es momento de actuar con responsabilidad. Cerrar la llave, reutilizar el agua, evitar fugas, dejar de lavar calles y autos con mangueras… son acciones mínimas, pero que pueden marcar la diferencia.
El agua no es gratis. No es un lujo. Es un derecho y una necesidad. Pero si seguimos derrochándola, pronto será solo un recuerdo. Cuidémosla ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Me despido con un comercial: sintonicen a las 6:10 AM, “La Caliente” 90.7 FM., el colega y amigo José Ángel Partida me abre un espacio en su noticiero en el que comentaremos con más detalle esta columna. ¡No se lo pierdan!
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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