Olor a Dinero
Por: Feliciano J. Espriella
Jueves 13 de febrero de 2025
¡Dinamarca al rescate! Compremos California y pongamos orden en el caos
¡Ah, el siempre elocuente y polifacético Donald Trump! Cuando no está amenazando con muros, arremetiendo contra la prensa o redescubriendo geografías que solo existen en su cabeza, le da por querer comprar Groenlandia, como si fuera un pedazo de bienes raíces en una subasta de barrio. Pero los daneses, con su humor afilado y su capacidad innata para poner en su lugar a los absurdos de la política mundial, han dado la mejor respuesta posible: si Trump quiere Groenlandia, Dinamarca podría comprar California.
Así es. Más de 200,000 daneses han firmado una petición para adquirir California, bajo el lema “Let’s Buy California from Trump: Denmark’s Next Big Adventure”. La propuesta no es solo una broma: está diseñada para ser un espejo irónico de las pretensiones de Trump, y a juzgar por la reacción global, han dado en el clavo.
Dinamarca, el salvador que California no sabía que necesitaba.
La iniciativa propone recaudar un billón de dólares entre todos los ciudadanos daneses para comprar el estado dorado. Según los cálculos de los organizadores, cada danés tendría que aportar 200,000 coronas, lo que, considerando los impuestos escandinavos, es apenas un café latte extra al mes. Los promotores de la petición aseguran que con la adquisición, podrían introducir mejoras esenciales en California, como un sistema de salud universal y educación gratuita de calidad, algo que los estadounidenses solo han visto en documentales sobre el “misterioso” mundo nórdico.
Además, planean llevar el famoso ‘hygge’ danés a Hollywood, porque, seamos honestos, en Los Ángeles nadie se relaja de verdad.
Los daneses también han propuesto una serie de cambios para hacer de California un lugar más “europeo”: Disneylandia sería rebautizada como “Hans Christian Andersenland”, el Golden Gate sería pintado de azul y blanco (los colores de Dinamarca), y los coches eléctricos serían obligatorios porque, vamos, Tesla es de la zona y hasta ellos han perdido la paciencia con los negacionistas del cambio climático.
“Groenlandia no está en venta, pero California…”
Todo esto viene como respuesta a los reiterados intentos de Donald Trump por comprar Groenlandia, una idea que ya intentó en 2019 y que volvió a traer a colación recientemente.
Según el mandatario, la adquisición de Groenlandia sería una estrategia brillante para fortalecer la seguridad nacional de EE. UU., aunque los líderes de Dinamarca y Groenlandia han dejado claro que no, gracias, y que si quería comprar una isla helada, podría empezar con una de las muchas que hay en Alaska.
En Groenlandia, la reacción ha sido igual de directa. El primer ministro Múte Bourup Egede ha reiterado que su nación tiene aspiraciones de independencia y que, de hecho, la intervención de Trump solo fortalece el deseo de alejarse de este tipo de propuestas descabelladas. Mientras tanto, en Dinamarca, el eurodiputado Anders Vistisen no se anduvo con rodeos y resumió la posición nacional con un contundente: “¡Que se joda!”.
Clima, caos y calidad de vida: los argumentos daneses para comprar California.
Los daneses han respondido con una lista de argumentos que justifican la compra de California. Entre los más comentados en redes sociales destacan:
• “California necesita urgentemente carreteras decentes. Nosotros sabemos hacerlas sin que colapsen cada dos años.”
• “Su clima se parece más a España que a Dinamarca, pero estamos dispuestos a hacer el sacrificio.”
• “Con nuestra eficiencia y educación, Silicon Valley produciría el doble de innovación y la mitad de escándalos.”
• “Si los estadounidenses quieren nuestro LEGO, por qué no podríamos querer su Disneylandia.”
• “Podemos enseñarles a pronunciar correctamente las palabras ‘hygge’ y ‘Jørgensen’.”
El sarcasmo danés ha sido recibido con carcajadas en Europa y con un desconcierto absoluto en los medios conservadores estadounidenses, que han tomado la propuesta con la misma seriedad que un plan de anexión real.
La ironía como arma política
Más allá del humor, esta iniciativa es un recordatorio del poder de la ironía en la geopolítica. Mientras que Trump trata la diplomacia como una transacción inmobiliaria de alto riesgo, Dinamarca le responde con una burla que expone lo absurdo de sus propuestas.
El debate, por supuesto, es ficticio, pero ha servido para resaltar el contraste entre dos formas de entender el mundo: la de un país que invierte en educación, bienestar social y energía renovable, y la de un mandatario que cree que los territorios se pueden comprar como si fueran franquicias de golf. En cualquier caso, si Dinamarca se tomara la broma en serio y decidiera presentar una oferta formal por California, quizás los propios californianos no lo verían con malos ojos.
Y si Trump insiste en que Groenlandia puede ser suya por el precio correcto, los daneses podrían contraofertar con otra idea revolucionaria: comprar todo el estado de Florida y convertirlo en un parque de diversiones para europeos jubilados. A fin de cuentas, ya es prácticamente eso.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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