Archivo Confidencial
Por Armando Vásquez A.
Jueves 31 de octubre de 2024
Alea Jacta Est… Væ victis
PARA QUIENES TIENEN un corazón de pollo y un alma de teflón, poco les ha de importar la noticia de la renuncia de ocho de los once ministros que integran el máximo Tribunal Constitucional de México.
Una vez aprobada ayer la supremacía constitucional, como desesperados, se buscó que los congresos de los estados –se requieren 17—emiten su voto favorable. A horas de su aprobación empezaron las citaciones extraordinarias como ocurrió ayer por la noche en el caso de Sonora.
No es nueva esta rapidez. En 24 horas, 16 de los 17 necesarios, aprobaron la reforma al poder judicial. No dieron ningún chance a la ciudadanía opositora de realizar algún tipo de protesta seria.
La presidente quiere, a más tardar mañana, que se cumpla con el requisito y el viernes, el Día de Todos los Santos, esté publicada en el Diario Oficial de la Federación su supremacía constitucional. Fue más allá que López Obrador pues en una semana le quitó la constitucionalidad a la Constitución al negarle al poder judicial la facultad de defensa y de anteponer criterios y cuidados legales a todo aquello que el legislativo, con apoyo del ejecutivo, aprueben conforme a sus designios personales. Los morenos pueden hacer lo que les pegue en gana. Autoritarismo puro.
Impresiona la dureza –disfrazada en sonrisa forzada en las mañaneras—de una Claudia Sheinbaum que busca demoler cualquier tipo de oposición, de allí el desdén a la renuncia de los ocho ministros de quienes dijo, buscan cobijarse en el apoyo económico que recibirán. De inmediato, Noroña como presidente del Senado dijo que no aprobarían tales renuncias en un dejo más pegado a la imbecibilidad que a la legalidad.
Los ministros renunciaron porque así lo establecía el nuevo orden al otorgarles hasta el 30 de octubre para presentar tal disyuntiva pues, de no hacerlo, en automático participarían en las elecciones del primero de junio del 2025 (y con ello las avalarían) o bien, en el tombolazo.
Por dignidad y congruencia los ocho marcaron su territorio de no participar en esa degradación del poder judicial. Seguirán siendo ministros hasta el 31 de agosto como establece la nueva disposición, pero su renuncia ha sido efectiva en el Senado.
Quien le respondió directamente a ese buylling de la presidente Sheinbaum que les tachó de convenencieros y que se iban a ir con un montón de dinero, (cómo lo hizo Arturo Zaldívar), fue la ministra Doctora Ana Margarita Ríos Fajart quien en su carta de renuncia estableció en su penúltimo párrafo:
“Sin embargo, para mantener mi espacio de dignidad y libertad personal, y como parte de ese rechazo, opto por no aceptar, bajo tales condiciones y llegado el momento, el pago de la cantidad de dinero mensual a la que tengo derecho como futura integrante en retiro de este tribunal constitucional. Retornaré tranquilamente y sin apego a ese dinero a la Tesorería de la Federación si es que, antes o después, no logro cristalizar una forma de donarlo íntegramente a niños y niñas en situación de vulnerabilidad”.
Jorge Mario Pardo Rebolledo también aprovechó la presentación del documento al Senado para contestar las diatribas de Ricardo Monreal y Adán Augusto López al “rechazar enérgicamente las injurias, insultos e infundios de los que he sido objeto como integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sostengo la relevancia que tiene la Carrera Judicial en la impartición de Justicia y presento mi renuncia no como un acto de conveniencia sino de congruencia personal”.
Con guante blanco, el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena les recordó a todos aquellos que hoy impulsan la destrucción de la república como la conocemos, que renunciaba “no como quien abandona una tarea inconclusa sino como quien entiende que los cargos públicos son préstamos temporales, conferidos para ser desempeñados con decoro mientras dure el encargo. Al final, el verdadero triunfo no es aferrarse al cargo, sino saber cuándo dejarlo con gracia, consciente de que nadie es indispensable, solo libre”.
De los más dolidos y apesadumbrados conforme a sus palabras, lo fue el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá nombrado por el peje para ese cargo en 2018 y quien aceptó “porque confiaba en un sistema de instituciones, de frenos y contrapesos, que, en manos de mujeres y hombres prudentes y sensatas, privilegiarían por siempre el diálogo y el compromiso, que atenderían a las demandas apremiantes de una mayoría de la ciudadanía que había sido olvidada o relegada a segundo plano durante décadas, pero que también respetarían la dignidad de las minorías, que procederían con prudencia y respeto, buscando conciliar y no dividir, trabajar en conjunto y no en contraposición”.
Fue quien, junto con millones de desilusionados, se convirtieron en testigos de los destrozos cometidos tanto por Amlo como de la presidente con una rapidez que sorprende.
Su carta renuncia fue la más extensa. Hizo un llamado a la sociedad a identificar el “tremendo error” que implican estos cambios “y corregir el camino antes de que sea demasiado tarde, antes de que hayamos derrumbado, en un suspiro, lo que generaciones se esforzaron décadas en construir”.
Y a manera de colofón estableció que se va con la tranquilidad del deber cumplido y con la esperanza de que “lleguen tiempos más serenos y mesurados, en donde las voces que proclaman el respeto irrestricto a todas y todos los ciudadanos, sin importar sus características particulares ni su afiliación ideológica, prevalezcan por encima del deseo de alcanzar la popularidad por encima de la razón y la justicia”.
Alea Jacta Est (“La Suerte Está Echada”) … Væ victis (“¡Ay de los vencidos!”), (o bien “dolor al conquistado”).
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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