Archivo Confidencial
Por Armando Vásquez A.
Martes 20 de agosto de 2024
Poder judicial, sobrevivencia
ESA DISPOSICIÓN OBRADORISTA de 90% lealtad y 10% de capacidad es parte de lo que tiene hundido a este país en materia de mantenimiento de su infraestructura en todos los órdenes.
Durante este sexenio y en todas las dependencias gubernamentales prevaleció la colocación de afines al proyecto morenista por sobre la contratación de los más capaces que cobran más que el común. Es la causa por la cual hay cada espécimen dirigiendo obras o bien tomando decisiones erróneas.
Fuera de las corruptelas propias de los jefes, también se debe sumar todos aquellos desperfectos o estragos que inciden en cada obra o proyecto del gobierno federal y de los estatales, en estos últimos –hay que incluir los municipales gobernados por Morena–, los trámites o soluciones tardan una barbaridad como efecto de esa incapacidad al colocar gente que no le entiende a su trabajo.
Es común que se presenten a nivel de dirección, jefes inútiles que encargan su chamba a quienes le inteligen poco al trabajo que deben realizar y la cadena de mando hacia arriba también está plagada de personal que llegó por recomendación y que demuestran con sus decisiones su inutilidad.
Por eso cuando vemos que en 24 estados del país hasta el momento los trabajadores del Poder Judicial –casi 54 mil–, están apoyando en un 90% el paro indefinido de labores en protesta por la futura aprobación de la reforma que se avecina –programada para septiembre con la nueva legislatura-, si se hacen a un lado los aspectos políticos, la lógica natural indica que se van a recargar en esos empleados el montón de chamba que exige la aplicación de la justicia.
La obra de José Antonio Caballero publicada en la Revista del Instituto de la Judicatura Federal, nos indica en su estudio la serie de obligaciones y características de quienes laboran en dicho poder: desde los actuarios, secretarios, jueces y magistrados, así como la importancia de la carrera profesional que se instauró desde hace décadas en dicho Poder Judicial.
Quienes hoy protestan hicieron a un lado la politiquería de López Obrador quien primero les dijo que no les afectaría y luego les machacó que estaban a favor de las élites, pero el detalle es que quienes hacen el trabajo diario para que el engranaje funcione, mínimo tienen licenciatura, no son pues ni analfabetas y mucho menos chambistas. No es un trabajo común.
Es cierto, cada juez federal forma su equipo y se rodea de aquellos que pueden ayudarle a agilizar su trabajo y con el paso de los años se conforman enlaces muy fuertes entre ellos. López Obrador tachó esto como corrupción.
Sin embargo, para entender la dinámica propia de este tipo de empleos, al que insisto, no cualquiera puede entrar si no es por recomendación –en las escalas inferiores-, o bien, a través de exámenes muy pesados, debemos entender que en los jueces recae la responsabilidad toral como directores de la orquesta, son quienes mantienen el orden en la oficina y definen las sentencias –obvio-, pero a su vez manejan al personal tanto de actividades administrativas como de operación diaria de tipo ordinario.
Por eso se van a unir al paro este próximo 21 de agosto –tanto jueces como magistrados-, luego de que se dieron a conocer el centenar de cambios a la ley propuesta por López Obrador en la cual se sostiene el cambio de jueces por elección popular o bien, por tómbola. Amén de los requisitos de bajar de diez años a cinco la experiencia en cuestiones leguleyas.
A esto hay que agregar la desaparición de fondos de apoyo a los trabajadores, así como una modificación al tabulador de sueldos para abajo, no para arriba.
Entre las características que definen a quienes integran el poder judicial –incluyendo secretarias privadas que estudian leyes quienes pueden-, se encuentra la oportunidad de ascender o escalar a mejores puestos, de allí que sean continuos los cursos de capacitación, esenciales para pensar en otro peldaño, de hecho, es de las instituciones que menos rotación de personal tiene.
Ya se ha escrito lo difícil que es llegar a juez de distrito, pues son evaluados en todas las características del Derecho y está cabrón pasar los exámenes. Pero ahora resulta que por tómbolas. Por favor.
Quien ingresa al Poder Judicial debe aprender de inicio desde cómo se folian hasta la manera de amarrar los expedientes –literal-, para luego pasar a otro espacio para lo cual suelen pasar años y mantener una serie de reglas, sobre todo el de la discrecionalidad.
Como detalle. Hace unos meses tuve la oportunidad de dar una plática a los chamacos de los últimos semestres de la Escuela de Derecho de la Unison y por el amor de Dios, ¿en verdad son quienes van a ir a ofrecer sus servicios legales?, tuve que amenazarlos para que dejaran de chatear en su celular.
Ahora bien, en materia de enseñanza, cuando un mentor, digamos de futuros periodistas –lo he sido por más de 30 años en esto-, uno tarda hasta un año para hacerles comprender a los pupilos cómo se maneja esto que se supone, ahora resulta que cualquiera puede serlo. No quiero imaginarme cuánto tiempo se tarda un juez en la formación de quienes laboran a su lado.
Será una lucha interesante que dará mucho de qué hablar y más a partir de mañana.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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