domingo, noviembre 24, 2024

Ernesto Gándara: ¿Qué sigue? / Bulmaro Pacheco

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Ernesto Gándara: ¿Qué sigue?

Bulmaro Pacheco

Domingo 30 de junio de 2024

Va a cumplir 64 años el próximo 22 de septiembre. Se le nota todavía un aire juvenil, animoso y optimista. Con mucha calma, analítico y objetivo, saca conclusiones de la reciente justa electora l—nacional y local—, donde le tocó participar como candidato a diputado federal por el V Distrito en Hermosillo donde los resultados no le fueron favorables ni a él ni a los partidos que lo postularon. Tampoco al resto de los seis candidatos que compitieron por un espacio en la próxima Cámara de Diputados al Congreso de la Unión.

Su récord político de los últimos 18 años —en materia de elección popular— se empató con 2 elecciones ganadas (alcaldía de Hermosillo y la senaduría) y dos perdidas (gubernatura y diputación), en tiempos donde perder una elección constitucional ya no significa la muerte política y civil de nadie y tanto triunfos como derrotas indican —off course— que nadie gana o pierde para siempre. Sobran ejemplos.

Imaginemos las experiencias de los expresidentes Françoise Mitterrand, de Francia; Salvador Allende, de Chile; Lula da Silva, de Brasil; que lucharon en tres ocasiones por llegar al cargo, o Cuauhtémoc Cárdenas en México, en tres ocasiones candidato a la Presidencia, o el mismo López Obrador, que perdió la gubernatura de Tabasco en 1994, ganó el gobierno de la Ciudad de México en 2000 e intentó llegar a la Presidencia de México en 2006 y 2012, hasta que lo logró en 2018.

¿Qué les pasó a esos personajes con las derrotas?

Aprendieron, sacaron nuevas fuerzas, se repusieron, dieron la batalla y, al final, ganaron.

Para eso fueron necesarias convicciones, emoción política, vocación de servicio y mucho contacto con la gente.

Con subidas y bajadas políticas, Ernesto Gándara nunca ha perdido el contacto con la gente. En 2009 luchó en la interna del PRI para ser candidato a gobernador; Alfonso Elías Serrano fue el candidato oficial. Fue célebre aquella afirmación suya: “A mí el único que me puede sentar es Don César”, cuando se enteró que el gobernador Eduardo Bours les había comunicado a varios periodistas la intención de bajarlo de la contienda por la gubernatura para allanarle el camino a Elías.

Esa declaración lo distanció del poder estatal, pero también lo fortaleció. Perdió el proceso interno contra el aparato que apoyó a Elías, pero ganó capital político que posteriormente utilizaría.

Terminó su gestión en al ayuntamiento, y en 2012—en los momentos más duros del panismo en el gobierno local— fue candidato al Senado como compañero de fórmula de Claudia Pavlovich. El PRI no ganaba las senadurías desde la elección de 1994.

En 2015 llegó con muchos simpatizantes a la final por la candidatura al gobierno estatal, pero Enrique Peña Nieto se decidió por Claudia Pavlovich. No se arredró. Concluyó su período como senador en 2018 y se integró al trabajo político en el CEN del PRI con Claudia Ruiz Massieu.

En 2021 fue el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD al gobierno estatal contra su antiguo compañero de trabajo Alfonso Durazo. Perdió la elección y no se entregó a los lamentos ni a la autoderrota política; guardó energías para la siguiente etapa.

Ernesto Gándara se siente orgulloso de la herencia política de su padre, que fue alcalde de Hermosillo (1958-1961), secretario de Gobierno (1967-1971), impulsor del turismo durante toda su vida y creador de empresas que han perdurado al paso de los años.

De su padre aprendió —dice— las virtudes de la templanza, la discreción y la visión objetiva de la realidad. También las virtudes de manejarse en situaciones de crisis y hacer amigos, profesar lealtad y buena capacidad de resistencia ante las adversidades.

Don César era el favorito de Jesús Reyes Heroles —presidente del CEN del PRI— para la candidatura a gobernador de Sonora en 1972. Se habían tratado antes cuando don Jesús era director de Pemex, en el sexenio de Díaz Ordaz, y acostumbraba a pasar los días de Semana Santa hospedado en el hotel Playa de Cortez, de Guaymas.

Pero se atravesó el presidente Echeverría impulsando a Carlos Armando Biébrich, casado con una sobrina de don César (hija de su hermano Raúl). Don César rechazó ser diputado federal y se retiró a seguir sirviéndole al PRI en diversas tareas, principalmente en los comités de financiamiento de las campañas presidenciales.

Todavía en 1988 el gobernador Rodolfo Félix Valdés propuso a don César como suplente de Luis Donaldo Colosio al Senado, pero éste ya se la había ofrecido a Armando Hopkins. Don César murió en 2004 haciendo política, presumiendo su militancia y sin resentimiento alguno.

Gándara no se rinde ni cree que su reciente tropiezo electoral sea el fin de su carrera política, como algunos despistados lo predicen. Porque lo que le hicieron en la elección pasada marca muy bien la correlación de fuerzas, el reparto y el estilo político que caracteriza a los nuevos tiempos de la llamada 4T en Sonora, que piensan que se van a eternizar en el poder local. Primero le iban a mandar a Célida López si hubiera ido por el III Distrito, pero a ella la mandaron al plan C del Senado para tratar de frenar a Manlio Fabio Beltrones en la primera minoría. Después, convencieron a Jacobo Mendoza —que originalmente iba para síndico con Dolores del Río—, y alguien pensó en los tránsfugas del PRI para restarle votos a Gándara y estos —a cambio del silencio, sus libertades y futuras promociones—gustosamente y con indignidad (cuando tres años antes eran sus furibundos partidarios) se prestaron: La exdiputada del PRI Karina Zárate, suplente de Mendoza; la expriista Elly Sallard, candidata a la reelección local por el distrito VIII, que abarca un 40% del V Distrito federal; y Enrique Claussen, exdirector del Isssteson y secretario de Salud con Claudia Pavlovich, por Movimiento Ciudadano, al parecer con cuentas pendientes —de su paso por la administración estatal pasada— con el gobierno actual y con el propósito obvio de librar acusaciones y restarle votos a Ernesto Gándara.

 ¿Quién armó contra Gándara esa estrategia? ¿Se vale pensar que la exgobernadora de Sonora estuviera involucrada en ese plan por los tres miembros “pura sangre” de su gobierno implicados? ¿o fue directamente el gobierno estatal en sus afanes frecuentes, degradantes y obsesivos de borrar del mapa a las oposiciones en el camino a la elección del 2027?

A Ernesto le repitieron la dosis del 2021 cuando en Morena, alquilaron a un priista y a un panista para postularlos candidatos para restarle votos.

A Gándara le echaron montón. Alguien o algunos que no lo querían en la Cámara de Diputados y no precisamente los electores de Hermosillo, que lo convirtieron en el candidato a diputado federal de la alianza PAN-PRI- PRD más votado en el estado.

Consciente de que infinidad de casos como el suyo —no pierden en el ejercicio de la democracia, sino contra las estrategias del bloque en el poder—, que casi siempre busca limitar y echar a perder carreras políticas, también es consciente de que su vida política no ha sido fácil.

Enfrentarse a gobernadores como Eduardo Bours —por oponerse a su decisión de bajarlo de la candidatura—, Claudia Pavlovich —por los pactos que vimos después con su nombramiento de la 4T— y Alfonso Durazo —por su agresiva fobia contra los priistas auténticos—, no es un récord para presumirse, pero sí para darnos una idea de la dimensión del personaje. Un ejemplo que, a pesar de todo, no abdica de sus ideas ni de sus proyectos para acomodarse o defender sus intereses y quedar bien con el grupo del poder en turno, para luego pasar al archivo de la indignidad, el silencio y la pérdida de libertades, como los casos que hemos conocido y que cada día nos avergüenzan más.

Todo lo contrario, veo a un Ernesto Gándara motivado, optimista, listo para lo que sigue —seguir haciendo política— y con muchos elementos a su favor como su honestidad personal, el cariño de la gente, sus convicciones y su intención de seguir adelante, con esa flama que caracteriza a quienes por encima de cualquier interés, valoran su libertad de acción: Un Ernesto Gándara sin ataduras, sin deudas políticas ni morales con grupo alguno, dueño de su tiempo y de sus actos; en síntesis, de su libertad plena y su ejercicio sin límites, lo que nos indica que en política, hay Ernesto Gándara para rato.

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