Archivo Confidencial,
Por Armando Vásquez A.
Jueves 4 de julio de 2024
Entre diagnósticos y pronósticos…
EL DIAGNÓSTICO DE una organización tiene como razón de ser identificar en qué peldaño de una escalera del uno al diez se encuentra en ese momento y qué tan alto puede llegar. En relación a los partidos políticos no hay una metodología en sí, pero la inventaremos para usarla como referencia. Perfectible, por supuesto.
Hay que partir de la base de que existen en un registro legal -el PRD no puede decir eso-, por lo que el primer peldaño está subsanado.
En el segundo vamos a colocar aquellos cuyo presupuesto anual les permite planificar un crecimiento. ¿qué tanto?, eso es parte del diagnóstico como veremos más adelante en el octavo peldaño.
Como tercero, colocaremos la complejidad de sus reglamentos internos (procesos y sistemas) para transmutar de forma rápida, adecuada, efectiva y conforme a un plan de trabajo determinado en el cual van incluidas las metodologías electorales. La mayoría dicen tenerlo a la perfección.
En cuarto ubicaremos la capacidad de convocatoria de su estructura y su movilización, es decir, ¿cuánto tiempo pasa desde el diseño de las medidas acordadas a su implementación y si los efectos secundarios –negativos o positivos- pueden ser calculados y medidos?
El quinto peldaño habrá que determinarlo como la capacidad de promoción interna y externa que es medible conforme a los triunfos tanto electorales (votaciones) como de banderas sociales encabezadas por dicho partido lo cual nos da un indicador.
Luego colocaría en el sexto, dentro del siguiente bloque que significa la permanencia en el poder como gobierno, esto nos lleva a otro indicador en el cual se puede medir la capacidad de generación de talentos técnico, político y administrativo del partido que sea. Usted puede configurar un apartado y determinar estos indicadores calificándolos simplonamente como nulos, malo, bueno y excelente o bien, enumerarlos conforme a lo que considere su grado de importancia.
El séptimo peldaño lo podemos, se me ocurre, diseñar conforme a la aceptación de los públicos tanto internos como externos y el cumplimiento de las necesidades de tales mercados, pero además de la carga negativa o positiva que ello implica, se busca comprender qué tanto puede crecer el partido conforme a los requerimientos de la sociedad y de sus agremiados, en cuanto tiempo y si se cuenta con los recursos –de todo tipo–, para cumplir con esos requerimientos ciudadanos.
Como octavo ubicaremos la capacidad de los integrantes para responder a situaciones de crisis por un lado y por el otro, su alcance para planificar a corto, mediano y largo plazo conforme a acciones concretas que ameriten correctivos adecuados –así sean dolorosos–, en caso de no cumplirse con las decisiones tomadas. Y, sobre todo: ¿le alcanzarán sus recursos humanos, administrativos y financieros para llevarlas a buen término?, aquí es donde se establece qué tanto se puede crecer.
El noveno peldaño lo podemos señalar como la capacidad de la organización para adecuar sus procesos –quitarlos e instalar nuevos en caso de no funcionar–, y cuyas heridas en el camino no destruyan la vida de ese instituto político.
Por último, el décimo son los intangibles que los consideré así por los años de vida que tienen los partidos. Hablamos de tipos de liderazgos si son o no adecuados en tiempo y forma, lenguaje, protocolos y simbolismos, sostenimiento de los procesos de control mediante normas y reglas no escritas –o si quiere escribirlas, por mí está bien, lo cual sería un ideal, aunque hablamos en términos generales de la generación de una cultura sostenida en una filosofía e ideología partidista–, así como el rebobinamiento en un período determinado de los círculos viciosos (ocultos y visibles), hasta convertirlos en virtuosos.
Veamos.
Empecemos por el PRI. Es el partido con mayor planeación, a veces no estratégica; cuentan con una estructura pesada que dificulta su maniobrabilidad y destreza para lograr cambios internos importantes, siguen con una carga negativa que no han podido reducir, no han sabido venderse bien salvo en período electoral, sus liderazgos están desteñidos, pero creen que siguen siendo impactantes, se auto engañan y con respecto al décimo buscan cambiar integrando una nueva imagen corporativa lo cual como inicio de transformación es importante si es la punta del iceberg.
El PAN. No han sabido perfeccionarse con la rapidez adecuada, su visión de largo plazo choca con la de mediano y corto; consideran que si aceptan estar mal es sinónimo de fracaso total tanto de la estructura y sus procesos, sobre todo el ideológico. Rechazan, como los enfermos, su sintomatología y creen que los cambios suceden de arriba hacia abajo, no transversal y vertical al mismo momento.
Conforman más tribus que en el otrora PRD, pero lo niegan. No están dispuestos a cambiar su imagen corporativa como sinónimo de transformación externa. Son cerrados en sus procesos de toma de decisiones.
Morena. Se vuelve catatónico ante situaciones de crisis. Su centralismo le coloca con un peligroso y latente desgajamiento. Orgullosos de sus símbolos consideran que la forma es el fondo, como dicta la añeja política mexicana; su planificación interna requiere profundidad, son claros en sus objetivos externos aunque abundantes en letras, su venta como partido la ciñen en personas, no en la organización; no se dan cuenta pero la arrogancia de sus integrantes pega en los apartidistas; se sienten marcados por una misión que poco a poco se decolora y no saben cómo detener este proceso y hay inestabilidad entre sus directivos que no han sabido capacitar a la siguiente generación.
Movimiento Ciudadano. Su estructura está dislocada. Sus procesos incompletos. Manejan, de todos, la mejor imagen allende las elecciones. No cuentan con planificación de largo plazo y por ende su ideología tiene huecos; preponderan un reconocimiento enfermizo, tienen buen lejos pero no han sabido aterrizar un punto de partida que sirva de semilla en la mente de los ciudadanos.
El resto de los partidos pequeños andan bailando entre los diferentes peldaños buscando la supervivencia más que la trascendencia. Pero usted saque sus conclusiones y desarrolle sus pronósticos.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios impresos y electrónicos, cuenta con Licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y es doctorante en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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