Archivo Confidencial
Por Armando Vásquez A.
Jueves 20 de junio de 2024
Le estorban los abogados
EN LA GRAN PURGA de Stalin –a mediados de los treintas y en dos fases–, de los casi dos millones de asesinatos colectivos de los considerados “enemigos del pueblo” que eran sus opositores, los primeros en ser ejecutados fueron los abogados. Tenía su razón de ser.
A diferencia de otras profesiones u oficios cuya productividad es medible, en el caso de los abogados no existe un indicador que permita establecer su rendimiento. Sin embargo, hay un intangible que estorba a cualquier régimen autoritario: generan orden.
En México y desde 1960 cada doce de julio se celebra el Día de la Abogacía, conmemoración instaurada por Adolfo López Mateos a petición del fundador del Diario de México Federico Bracamontes tomando como referencia la impartición de la primera cátedra de Derecho en América en la Real y Pontificia Universidad de México acontecida en 1553.
(Como dato: en 1922, el director del diario Excélsior, Rafael Alducin, promovió el festejo del Día de las Madres el diez de mayo en todo el país.)
Actualmente, en México la carrera de Derecho es la segunda más estudiada, después de Administración y Contabilidad según el Instituto Mexicano para la Competitividad hay un millón 245 mil 762 egresados. De ellos, el 56 % son hombres y el 44 %, mujeres y existen mil 957 universidades que imparten la carrera.
A nivel nacional hay una tasa de ocupación del 95.6 %, un 4.4 % de desempleo y el 28.6 % trabaja en la informalidad. Los sectores en los que trabajan son: 36.6 % en Servicios profesionales, financieros y corporativos; 30.9 % en Gobierno y organismos internacionales; 9.1 % en Comercio; 7.2 % en servicios sociales; y 4 % en la industria manufacturera.
Según el estudio del IMCO de julio del año pasado, un 7.4% de los egresados cuenta con un posgrado. https://n9.cl/fy5lo1
Contexto: datos recientes arrojan dos millones 20 mil docentes en 255 mil 589 escuelas, un millón 80 mil contadores, 820 mil administradores de empresas, 382 mil ingenieros, 306 mil médicos, 279 mil comunicólogos, 256 mil personas formadas en Economía, Finanzas, Banca y Seguros, al campo de las ciencias económicas 181 mil, 164 mil químicos, 157 mil arquitectos, 33 mil agrónomos, 20 mil dedicados a las ciencias de la tierra y la atmosfera, 20 mil estadísticos, 22 mil físicos, 30 mil matemáticos, tres mil literatos y sigue el etcétera. Los abogados tienen lo suyo.
López Obrador terminó la licenciatura en ciencias políticas y administración pública, que en el país suman unos diez mil.
En el caso de Bolivia y según el Ministerio de Justicia y Transparencia Institucional, a nivel nacional se cuenta con 86 mil abogados registrados. Solo en el departamento de La Paz, –el centro político del país–, se tienen 30 mil de estos profesionales, según un reporte institucional del 2022. México es catorce veces más grande en este tenor y el experimento boliviano, único en el mundo, de elegir jueces y magistrados por elección popular ha sido un fracaso. En estos momentos se encuentra detenida la tercera emisión de comicios por el desmadre que se traen al respecto.
La maquinaria para mover el sistema judicial mexicano es monstruosa pues no solamente recae en el cambio de quienes imparten la justicia, sino en todos los que se dedican a esta profesión pues conocido es que aquellos próximo elegidos por el pueblo bueno y sabio, no contarán con la sabiduría y conocimiento propio de un juez, que corrupto o no, son características que se requieren para que se ganen el respeto de los abogados.
López Obrador y Morena no han entendido que la reforma judicial no trata solamente de cambiar a jueces, magistrados y ministros de la corte, sino en un punto al que todo abogado responde: confianza en la sentencia. Y claro, si pierde el juicio hay otras herramientas como el amparo que también se está modificando hasta llegar a su exterminio. No se trata de política, sino de entendimiento legal entre pares para establecer un orden.
“No me salgan conque la ley es la ley”, dijo un ensoberbecido mandatario sin notar las connotaciones de sus dichos.
Las ramas que regulan la actividad del Estado y las relaciones con los ciudadanos es el Derecho Público cuyas especialidades son: Constitucional, Administrativo, Procesal y Penal, Laboral, Tributario, (o Fiscal) y Derecho Internacional Público. Y el Derecho Privado: Mercantil, Civil, (Familiar, Sucesorios, Bienes y Obligaciones) y Derecho Internacional Privado.
Todo aquel que se precie de ser un buen juez debe contar con un bagaje que abarque todas esas ramas. Por eso de los miles que se anotan, unos cuantos logran el objetivo de entrar al poder judicial. Hay que recordar que la federación lleva un 20% de los casos y el resto de juicios es en los estados donde también se busca imponer el ordenamiento obradorista.
Si quitamos la forma, el fondo no cuaja. Todos sabemos que es en el caos donde tiranos como López Obrador logran imponerse. Ha sido su metodología. Bajo esta premisa los abogados le estorban y si no puede mandarlos asesinar como lo hizo Stalin, les cambiará la jugada al imponer como rectores de la justicia a personas pro morenistas –algo similar ocurrió en Bolivia–, y con ellos vendrá una reevaluación en la cual el Estado de Derecho como tal pasará a segundo término dando pie a una fase en México en la cual la inseguridad jurídica perderá su piso cuyo logro, mal que bien, inició desde 1920, cuando terminó la Revolución Mexicana.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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